Foto: Tomada de Cubadebate

Avances –en ascenso– en el control de la COVID–19. Esa, y no otra, pinta como la gran noticia del año en Cuba, cuando están por caer las cortinas de 2021. ¡Tantas vidas se han cobrado la enfermedad que, a mi modo de ver, no puede ser de otra manera! Sin embargo, asociado a esa misma mejoría, paradójicamente, se abre paso otra pandemia que, sin ser menos abrumadora, regresa.

A medida que aflojaban las tensiones provocadas por el complicado panorama epidemiológico y paso a paso nos movíamos hacia la llamada nueva normalidad, a la par que empezó a crecer asimismo el flujo automovilístico y peatonal, puertas afuera, en un abrir y cerrar de ojos, tal cual si habláramos de un asunto inherente al comportamiento humano, retornaron los accidentes de tránsito.

Y como si hubiera mucha prisa por devolverle el protagonismo que con irracionalidad le hemos conferido, de enero a septiembre ya se habían producido en toda la Isla un total de 5 612 percances viales, 84 más que en igual etapa precedente. Cuando pudiera resultar alentador la disminución en un 13 % del número de lesionados, ocasionados por esa causa, consterna el incremento de los fallecidos en un 2 %.

Los habaneros, quienes en lo concerniente a la COVID-19 hemos luchado a brazo partido frente a la muerte, pareciera que en materia de accidentalidad queremos ratificar nuestra condición de capitalinos. Somos de las provincias con mayores crecimientos en el número de hechos, también donde más conductores no autorizados (sin licencia) aparecen involucrados en tales percances, de la que más atropellos a peatones y ciclistas registra y hogar de los motoristas más temerarios, pero menos precavidos y responsables.

Aclaro, la culpa no la tiene ni el cerco, in crescendo, en torno al SARS-CoV-2 ni la vuelta a la acostumbrada existencia (ahora un tanto modificada) e incluso, ni siquiera la intensificación del flujo vehicular.

El pecado radica en la demencial irresponsabilidad de algunas personas. Y la mejor prueba es que entre las principales causantes de los accidentes aparecen por orden de incidencia: no atender el control del vehículo, violar el derecho de vía, exceso de velocidad, desperfectos técnicos y conducir bajo los efectos de bebidas alcohólicas. Detrás de cada una, aparecen los hombres con sus imprudencias, nada justificables.

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