
Una auxiliar de limpieza espera junto con el resto a ser atendida en la consulta de Dermatología, combinando su trabajo con total higiene comprobada al recorrer los salones a la espera de mi turno en el policlínico 19 de Abril, del municipio de Plaza de la Revolución. Observé el esmero con que esa cubana se toma su trabajo, y los galenos el suyo. Eso es democracia.
Democracia es también que los derechos comunes sean bien transmitidos. Como testimoniante, no tuve que ir muy lejos: en carteles diseñados con rigor se nos “decía” cuánto cuesta determinado tratamiento si esa clínica fuera privada o para darle la interpretación correcta, cuánto eroga el erario público en, por ejemplo, una bota de yeso (104,03 pesos), una colostomía (872,23) o para llevar el padecimiento a un estadio de mayor cuidado. ¿Sabe cuánto se deposita en nosotros de ser imprescindible un cambio de válvula aórtica? La alta cifra de 9300,00 pesos. El salario no alcanza, pero no son por estos gastos.
Democracia en la calle fueron los ojitos asustados de un niño de apenas cuatro años llevado a la consulta de Psicología por algún problema que no pude descifrar. Da igual, porque esa personita salió risueña tras la ayuda de una facultativa toda risa y bondad, quien le puso unos “muñequitos” con los que sabiamente encauzó la consulta.
¿Todos esos derechos, son los pretendidos incorrectos?, ¿son los que piden nos sean derogados? ¿Para qué, para que venga otra democracia “verdadera”
made in yanqui?
Democracia es el diario constante de un Socialismo –dicho hasta la saciedad que debe, puede y será mejor por pies propios–, porque de momento del yanqui y sus secuaces solo llega democracia del chantaje. Democracia es Revolución.
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