
Siempre me he preguntado para qué sirve el Producto Interno Bruto (PIB). Puede ser ignorancia de la grande, sin embargo, de qué se vanaglorian las naciones ricas de ir creciendo, si tan solo lo hacen sus habitantes más solventes. Entonces, el asunto pasa por la voluntad política y la responsabilidad con la justicia social.
La máxima dirección cubana decidió enfrentar con su PIB, incluso diezmado por la COVID-19, el bloqueo en un hecho sin precedentes para cualquier analista económico, pero tan revolucionario como el 1ro. de enero de 1959.
El PIB en sí mismo no tiene cualidad alguna, esa se la damos los seres humanos. Tarde, dirán; amodorrados estuvimos, también. Lo primero no es cierto, aunque lo segundo sí. Sin embargo, eso está cambiando, tiene que cambiar. El entendimiento dirá que no son las cifras frías las que valen, sino el destino que se le den a los ingresos.
Y podrá parecer que repartir la pobreza es como quedarnos estancados: pregúnteselo a los habitantes de Dragones o La Timba, dos barrios habaneros, de 65 en total, intervenidos con transformaciones sociourbanísticas imprescindibles y engavetadas a pesar de los reclamos ciudadanos y del Poder Popular.
Tal vez estas rectificaciones no nos hagan en absoluto sabios, pero nos enrumban a serlo un poquito cada día. La dirigencia histórica nunca fue de virar la cabeza hacia el otro lado, al contrario, la Revolución se hizo para repartir equidad y belleza.
Así que, en este cambio bueno, feliz, hay que seguir conectados al compromiso que empezó por la capital de todos los cubanos, que en derrame de conocimiento y conciencia debe llegar inexorablemente al resto del país… Había que empezar por algún punto.
Queda por tanto contribuir desde lo individual a que tengamos una ciudad limpia y armónica: nada de papelitos en la calle; al cesto. Nada de contaminación sonora; pensemos en los oídos ajenos. Nada de desconocer como administración las acciones propuestas desde los municipios. Es la hora comprometida, no un PIB que nada dice y que si llegara a crecer (como se espera) debe ir por la senda del compromiso social y humano, coherente con el imaginado Socialismo.

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