
¡Casi convulsiono! Confieso que no es una afirmación exagerada. Sentí vergüenza ajena y quise morir cuando Orestes Llames Mestre, Coordinador de Fiscalización, Control e Higiene del Gobierno de La Habana, hizo público –en reunión del Grupo Temporal de Trabajo para el enfrentamiento a la pandemia, en la capital- que en inspección a El Cochinito habían detectado que los dependientes del punto de venta de cerveza dispensada, usaban una y otra vez los vasos sin siquiera enjugarlos.
Y por la mala actuación de quienes deberían exhibir mayor compromiso y defender la muy cimentada reputación de uno de los renombrados restaurantes cubanos, pudiera derrumbarse un mito de la gastronomía criolla, luego del reciente, esperado y aplaudido, reencuentro con sus numerosos asiduos, tras una reparación capital que rescató y sumó nuevos atractivos, y que debe haber costado unos cuantos pesos.
Pero lo más triste de todo es que la impúdica práctica no es única. Yo mismo fui testigo de cómo un “granizadero”, estratégicamente ubicado en una parada, se auxiliaba de los “favores” de una señora, que sin mucho recato, le recogía los vasitos DESECHABLES, botados por los sedientos clientes, después de consumir el producto.
No es menester tener mucha imaginación para adivinar cuál era el propósito del aparentemente voluntario apoyo socialmente útil, ni el destino final de los recipientes.
Quienes actúan con tamaña desfachatez no pueden hacernos creer que no tienen conciencia del peligro que entraña su falta de higiene, sobre todo ahora en tiempos en que la COVID-19 aprovecha cualquier descuido para cebarse.
Una existencia equilibrada y armoniosa exige el respeto de algunos principios que son inviolables: La urgencia de ganar dinero no puede tener mayor prioridad que el respeto al derecho de los demás, máxime si implica poner en peligro la salud o la vida; los administradores no pueden acomodarse a que un inspector llegue a hacerles lo que a ellos toca, y estos últimos, en estrecha cooperación con los integrantes de todos los cuerpos del orden, deben, entre otras cosas, velar para que salir a la calle a comer o beberse unas cervezas o un granizado, no se conviertan en un acto suicida.
Como dijera Luis Antonio Torres Iríbar, primer secretario del Comité Provincial del Partido, en la reunión citada al inicio del texto: Frente a tales manifestaciones, el enfrentamiento no debe quedarse en una simple multa, por cuantiosa que sea, se impone iniciar un proceso judicial por propagación de epidemia.
Y yo añadiría, la imposibilidad de volver trabajar en el sector, en el caso de los empleados, ya sean estatales o de un negocio privado; y la supresión de la licencia, cuando se trate de un cuentapropia.
Otras informaciones:
Ahhh…pero que distinto seria todo si contáramos con una autoridad fiscalizadora independiente que solo se encargara de velar por los derechos de los consumidores tanto en establecimientos estatales o privados, amparado su trabajo en un marco legal cuidadosamente elaborado para que realmente sea la protección real y efectiva de los derechos de los consumidores y no dándole la potestad al mismo que los viola de ser juez y parte con una supuesta “protección al consumidor” que está más que demostrado que en ningún lugar funciona porque sencillamente es parte de la naturaleza humana no ir contra uno mismo sea este el que sea. ¿Cuánto agradecería nuestro pueblo y cuanto bien le haríamos con el trabajo de una “Contraloría” encargada de velar por los derechos de los Consumidores en el comercio minorista sea en lo gastronómico, venta de bienes o servicios o de lo que sea y donde sea? Ahora que seguimos creando más actores económicos…Mientras tanto, seguimos en la Jungla…
Son varias las quejas de este Restaurante, así qué a todos deben de quitar y sancionar, hay mucho qué decir, no sólo ahora con la pandemia, desde antes la atención siempre ha sido pésima y la comida mala, el que despacha el pan con puerco asado coge el dinero y a la vez el pan, es un desastre
Coincido 100% con el periodista. Muy acertado en sus opiniones y escrito muy claro.
Bueno, yo también que dé espantada al leer su artículo sobre esa grave situación que atenta y en gran medida contra la salud de los clientes, más en esta situación pandémica, es vergonzoso que sucedan cosas así, sobre todo en un centro gastronómico. Muy lamentable.
quizás si en cuba los vasos desechables costaran lo que cuestan en el mundo..y estuvieran como tienen que estar.. disponibles todo el tiempo para servicios como el del granizado por ejemplo...no existiera nadie recogiendo en el piso los que se suponen ya fueron usados......aqui en cuba ese es un gran problema que enfrentan todos los servicios...como vender granizado sin suficiente vasos desechables??? que precio le pongo a un granizado si los vasos desechables cuestan como si no fueran desechables???? la solución no es quitar licencia....la solución es darle la oportunidad a los que lo necesitan para trabajar y ofrecer un servicio higiénico y de calidad...la posibilidad de comprar esos insumos básicos a precios mayoristas y con un surtido estable y seguro...... convencido estoy que nadie los va a recoger del piso para reutilizarlos