
Esta mañana dominical cubana cerraron los Juegos Olímpicos Tokio 2020 y con ellos dos semanas de puro deporte que mantuvieron en vilo a todo el país. En la capital nipona Cuba rubricó su mejor actuación en el medallero desde Beijing 2008, anclando en esta oportunidad en el lugar 14, producto de siete títulos, tres medallas plateadas y cinco metales bronceados.
Sin duda, los resultados deportivos resultaron un bálsamo para los momentos difíciles que vive el país, también para un movimiento deportivo que ha sido criticado por los pobres resultados, especialmente en los últimos juegos multideportivos continentales. Pero las atletas supieron levantarse sobre las dificultades y lograron brindarle más de una alegría al pueblo.
Como en tantas ocasiones, el buque insigne de la delegación no defraudó e impulsó a la delegación antillana en el medallero. Con cuatro pergaminos dorados y un tercer lugar reafirmó su condición de máximo aportador en estos eventos. Superó sus pronósticos precompetencias y vimos el nacimiento de nuevas estrellas como Andy Cruz y la ampliación del historial de otras, como Julio César la Cruz.
La lucha y el remo aportaron el resto de los metales áureos de la comitiva. La tripulación del C2 firmó la mejor actuación de un pequeño grupo que demostró que el piragüismo puede dar muchas alegrías en un futuro. El tiro, sin mucha fanfarria, evidenció que puede codearse entre los mejores aun con las condiciones en extremo limitadas de su entrenamiento. Mientras en los colchones se lograron par de actuaciones que quedaran en la retina de los aficionados por mucho tiempo. Por un lado la consagración de Mijaín López como uno de los más grandes atletas olímpicos, con su cuarto reinado bajo lo cinco aros. Y por el otro, el futuro:
Luis Alberto Orta, el muchacho de la Güinera, orgullo de La Habana, la mayor sorpresa de la delegación y primer oro en esta cita.
Si bien la actuación cubana fue sobresaliente no significa que todo sea color de rosas, deben acometerse en las oficinas del INDER un serio análisis que impida dormirse en los laureles. Se deben revisar, entre todas las actuaciones destacadas, lo que pudo haber salido mejor para que en París 2024 volvamos a estar entre lo más grande del olimpismo.
El atletismo, a pesar de lograr un subtítulo y 2 bronces dejó un sabor de boca de que se podía lograr más. La lesión de buena parte de su comitiva no es algo casual, como tampoco es casual que hagan sus mejores marcas mucho antes de la competencia fundamental (aquí el relevo largo femenino merece un aplauso, pues se quedó cerca del record nacional). La lucha, a pesar de las 3 medallas (dos oros y un bronce) parece quedó a deber. En la clásica no se ganó ningún combate si exceptuamos a los ganadores, y en la libre los competidores también se fueron muy temprano. El resto de la delegación se comportó dentro del rango de lo esperado, donde incluirse en una final, o tan solo el hecho de participar, es ya un premio.
Es preciso seguir trabajando, y retomar las estrategias que nos llevaron a ocupar los puestos cimeros. Lo más importante es retomar la masividad en el deporte, y esto no significa llevar una delegación numerosa, sino potenciar la práctica deportiva en todas las comunidades, y buscar los futuros campeones en hasta en los campos y comunidades más alejadas.
Hace falta seguir mejorando el sistema de contrataciones en el exterior, única forma de frenar de alguna forma la emigración de atletas, conseguir financiamiento para invertir, y volver a poner a un deporte colectivo en el concierto olímpico. Revisar también la aprobación de la práctica del boxeo femenino, como ejemplo de conquista de las mujeres y posibilidad real de ganar medallas. Retomar las ESPA provinciales, eslabón de la llamada pirámide deportiva. Y especial atención merece el hecho que el deporte nacional, al igual que tantísimas esferas de la sociedad, lleva prácticamente 2 años sin actividad a raíz de la pandemia. Hay que encontrar un mecanismo para mantener a los atletas en activo pues la COVID-19 no parece que vaya a desaparecer mañana. Esta pausa a nivel general puede ser fatal para el próximo evento múltiple: los Juegos Centroamericanos y del Caribe San Salvador 2023.
Esperemos que se siga trabajando fuerte para lograr los frutos deportivos que deseamos, y que Tokio 2020 se un escalón ascendente. Felicidades a todos los olímpicos, medallistas o no, por representarnos en el máximo escenario. Por el momento queda todavía saborear las grandes actuaciones que nos dejaron nuestros compatriotas y seguir apoyando y deseando lo mejor a los que llevarán el uniforme de las cuatro letras en los próximos Juegos Paralímpicos.
Ver además:
Excelente publicación, creo que la gente debería aprender mucho de este sitio web, es realmente agradable para el usuario.