Foto: Oilda Mon

Apenas se esparcen por el aire las primeras notas de un tema musical y nuestro cerebro, esa maquinaria increíble que aún no hemos estudiado a plenitud, activa diferentes sensores que nos provoca un torrente de sensaciones diversas, nos transporta a mundos paralelos o nos despierta de súbito recuerdos que andaban vagando perdidos por los rincones de nuestro cuerpo.

Nacimos con una capacidad increíble para procesar el tono y el ritmo de las melodías que escuchamos, y por eso la música que nos agrada es capaz de barrer en segundos el polvo que cubre a veces nuestras emociones y sacar a la luz sentimientos que van desde la alegría, el amor, y el júbilo; hasta la motivación, el optimismo, o la pasión misma.

La música tiene grandes poderes terapéuticos y puede tener efectos inmediatos en nuestro bienestar físico y psicológico y en la salud en general. Algunos estudios han ponderado su potencial al respecto y sus efectos positivos en nuestro organismo al reducir el estrés y la ansiedad, dos elementos que tanto golpean a los seres humanos en las sociedades modernas.

Además de ayudar en el ejercicio aeróbico y aumentar la estimulación mental y física, los patrones repetitivos del ritmo ayudan al cerebro a mejorar la memoria y la cognición, al despertar los recuerdos y mantener las habilidades mentales.

Se ha demostrado en varias investigaciones que las canciones infantiles pueden ayudar a los niños que padecen autismo a una mejoría de su respuesta social, comunicación, y capacidad de atención; así como a los bebés prematuros, al incidir en sus patrones de alimentación y sueño.

La música contribuye a reducir el dolor (físico y mental), ayuda en ciertos desórdenes neurológicos, al liberar en nuestro cuerpo endorfinas que actúan como analgésicos naturales, fortalece el sistema inmunitario, al aumentar la producción de plaquetas, puede reducir la presión arterial y evitar el envejecimiento cerebral.

Hagamos de la música una compañera de viaje en nuestra vida y disfrutemos a plenitud de ese placer en medio de estos tiempos difíciles de crisis y pandemias, porque no hay mejor vacuna para el alma que una melodía que nos estremezca.

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