Foto: Raúl San Miguel

Nuestra bandera tiene una
impresionante historia / No voy
a contarla. Nació del clamor
libertario, en manos de mujeres-patria.
Se fue a la manigua / impresionante en
las cargas / Heridas y balas. Desafiando
la muerte, sin dar nunca la espalda.
En los harapos de camisas, sombreros y
guardas,
En el pecho del guerrillero, que vino en
el yate Granma / a vindicar el machete
mambí / con su estrella solitaria.
Porque no murió el Apóstol en el asalto
al Moncada / ni en el Presidio Modelo
pudieron silenciarla.

Es esa nuestra bandera que siempre nos
acompaña / para nunca, jamás, esconder
el llanto, ni la sangre derramada. Allí, el
pecho que la protege, en el pedestal de un
brazo que con orgullo la alza. / Al medio
del combate, siempre, sin escurrirse nos
llama / llenando con su luz la oscuridad
de quien pretende, en el odio / sembrar la
desesperanza.

Nació bajo el grito de ¡Cuba Libre! y una
palabrota santa / Cuando se derrama
la sangre / cuando se ama la Patria /
se piensa en nuestra bandera, con su
estrella solitaria. Allí, en la sonrisa de
un niño, de la madre que le canta. Allá
donde el Apóstol señala / el largo trecho
recorrido / el futuro que nos guarda.
Corre de pecho en pecho, no necesita
palabras / Es una bandera guerrera
que defiende la esperanza. Es nuestra
bandera madre, nunca mercenaria.
Tiene derecho a sostenerla quien no
baje su mirada / Cuando ondea libre
y soberana / Porque en ella exclaman:
¡Patria o Muerte! nuestros muertos /
héroes de eternas batallas.

Allí donde otros sufren, suelen
enarbolarla. Pero nunca la traición
impedirá venerarla / Porque digna es
nuestra bandera, de su historia y de la
hazaña / de un pueblo libre y guerrero
desafiando mil batallas / de cada día, en
cada segundo / en el latido de la Patria.
Porque es nuestra bandera de ¡Patria o
Muerte! ¡Nuestra bandera cubana!

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