En las últimas jornadas han pasado de móvil a móvil imágenes que muestran a una Habana sumergida en un mutismo poco habitual.

No son solo fotos lo que debemos hacer viral, también la concepción de que el nuevo coronavirus no es una simple gripe, es una enfermedad que, si no se atajaa tiempo, puede acabar en la muerte. La manera de comunicar el peligro de la COVID-19 ha evolucionado a la par de la propia enfermedad y no puede pensarse que estamos ajenos a las consecuencias de no cumplir con lo orientado.

Justamente, días atrás, fue lanzada la campaña comunicativa Viraliza lo que salva, cuyo propósito es incrementar la información ya conocida, que acompaña, además, las exigencias de la población para enfrentar lasconsecuencias del nuevo coronavirus.

La curva de positivos en La Habana se mueve a la par de aquellos que aún continúan sin cumplir a cabalidad
con las medidas implantadas en la capital. Lo demuestran las más de 8 000 multas impuestas por el decreto 14/20 y los más de 80 juicios, relacionados con el incumplimiento de las medidas de distanciamiento e higiénico-sanitarias.

No podemos confiarnos; no debemos buscar responsables, porque responsables somos todos. Un toque de queda a partir de las 7:00 p.m. no significa que la enfermedad desaparecerá de golpe, porque de 6:00 a.m. a 6:59 p.m., pueden existir contagios.

Las bases fundamentales para preservar la salud y enfrentar al SARS-CoV-2 son respetar el distanciamiento físico y el uso correcto del nasobuco. No habrá efectividad en esto si continúan las aglomeraciones en colas, si algunos caminan por las calles con las mascarillas protectoras colocadas de manera incorrecta o si se la quitan para fumar. El tiempo promedio en el que alguien fuma un cigarro es de tres minutos, tiempo suficiente para contraer o propagar esta enfermedad.

Información hay, conocimiento también. Lo que no existe en algunas personas es percepción de riesgo. Toca entonces a la mayoría, desde la punta de la pirámide, hasta sus bases, cumplir con lo establecido y preservar la salud.