Motivado por el artículo de nuestra periodista Lissette Martín Sacar guaguas, publicado el pasado 26 de agosto, Pedro R. Angulo Desdín reflexiona “sobre el impacto que causamos los humanos, hombres y mujeres, niños y jóvenes, de todas las razas, creencias y militancia, sobre esos grandes equipos destinados a prestarnos un servicio de excelencia como refieren los directivos, mecánicos, torneros y aseguradores de la Empresa Provincial de Trasnporte en La Habana, evaluando la responsabilidad que les toca al hombre considero importante seguir dos caminos.
“En primer lugar la disciplina administrativa y del servicio. Que con mucha profesionalidad menciona la periodista. La segunda la disciplina social en el cuidado de las guaguas.
“La disciplina administrativa en lo adelante ha de exigir porque los conductores, choferes de turnos o titulares de las guaguas, todos sientan que el equipo es de él y cumplan con los parámetros técnicos para su cuidado y mantenimiento, con acciones de control- prevención, que sugiero incluyan: respetar la limpieza e higiene de los ómnibus ¿Desde cuándo no se friegan los ómnibus de algunas rutas como los P-12, por solo poner un ejemplo?, respetar los horarios de salidas, RESPETAR, con mayúsculas, las capacidades en todas las rutas, el exceso de pasajeros, además de afectar el cuidado del equipo, afecta las relaciones interpersonales. El no parar, situar el ómnibus en la parada, no a un km de éstas antes o después, genera un desgaste físico y crea malestar, además de descalificar el servicio diseñado.
“Qué decir de las condiciones de las paradas para la permanencia a todo sol o lluvia. Afirmo, sin temor a equivocarme que si los trabajadores del sector del transporte cumplen con la disciplina para el servicio que han sido designados, la población le será recíproca y reconocerá los esfuerzos avalados por los resultados.
“Hago un particular a la disciplina social, nos alteramos con mucha frecuencia, no respetamos las colas, no ayudamos a las mujeres, las embarazadas, los ancianos, les ocupamos sus asientos, nos hacemos los dormidos, leemos la prensa y sobre todo jugamos con el móvil. Sin contar los tres o más celulares con música diferente en el espacio del acordeón de los articulados, peor aún, las famosas bocinas que compiten en volúmenes desorbitantes, regetones sin letras, obscenos y ofensivos, aglomeraciones en las puertas que son violentadas para que no cierren, personas que abordan por cualquier puerta sin pagar y dejar que se bajen los pasajeros, los grandes paquetes, sacos, cajas (…) sin poder acceder a un pasamanos.
“Vociferamos sin medir volúmenes y frases inapropiadas, descuidamos la higiene y hasta actuamos de mala fe sustrayendo prendas, dinero, carteras o convertimos el viaje entre paradas en una película de sexo, violencia y lenguaje de adultos.
“En pocas palabras, ¿qué hace falta para que ambos caminos ganen la excelencia? Hacer cada uno lo que nos toca como ciudadanos cubanos apegados a lo legislado, en el momento histórico que nos toca, siendo tratados y tratando a los demás como seres humanos, los invito a todos a reflexionar: sobre las normas del buen servicio y la buena educación formal, vaya en estas palabra mi reconocimiento personal a todos los que en el sector lo hacen bien, en especial al colectivo del Taller de recuperación y remotorización Liaz, del municipio de La Habana del Este, sin tiempos para el descanso”.