¡Cómo lo extraño! De estar aquí en estos momentos, ¿cuántas cosas nos diría? Lo extraño sobre todo en las noches, a las nueve. Con los ojos cerrados y recostada en el asiento trasero de un auto de alquiler, de regreso a casa, mamá rompe el silencio y dice, “seguro estás en lo mismo, no pienses más”. Y sigue hablando: “en medio de la pandemia y con sangramiento digestivo, una ambulancia me socorrió y el muchachito jovencito (el médico) me preguntó de todo y la enfermera también”.

Ella, que sabe lo nerviosa que soy cuando se enferma, agrega: “Hay que darle las gracias a la doctora Tania, del Minsap, por su asistencia oportuna y te digo más, no es que no pienses cómo sería si él estuviera, pero su lugar nadie lo ocupará jamás, está ahí. Mira cuántos hay por el mundo regando salud, sonrisa, fortaleza, esperanza, a riesgo de sus vidas”.

Recuerdo la epidemia del dengue en el 80 y la creación de las salas de terapia intensiva en los hospitales. Fueron tremendos esos meses, pero con su vista larga, fortaleció el sistema de Salud. En cualquier parte un grave tiene asistencia tecnológica de primer mundo y los policlínicos poseen un servicio de urgencia, aunque persistan otras dificultades.

Y mamá que conoce mis silencios, vuelve a rasgarlo y comenta: “No pienses. ¿Acaso tú no lo sientes en las conferencias de las nueve de la mañana? En cada dato del doctor Durán, en cada detalle está él, en cada reunión de Gobierno”. Respondo, sí mamá yo sé que Fidel está en cada detalle para que la pandemia afecte lo mínimo. Pero lo extraño.