En cuestiones de ahorro, a la tan repetida frase “hoy más que nunca”, no le hallo cabida. ¿Acaso alguien considera que los cubanos hemos tenido la opción de sentirnos relajados en tan necesario frente?
Ahora, ante el exponencial sobreconsumo de energía eléctrica que registra la ciudad, y el país en su conjunto, vuelve a la palestra la frase de marras y calman mi rechazo las palabras recién dichas por el miembro del Buró Político del Partido, Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, durante una reciente sesión del Consejo Energético Nacional, de que “todo trabajo que contribuya a promover el ahorro de energía eléctrica debe ser permanente y sistemático, no por campaña”.
Sin embargo, caigo en mi propia trampa y escribo que, hoy más que nunca, La Habana debe hacerse sentir, permanentemente, en el uso racional de la energía, por consumirse aquí casi el 25 % de la generación de la nación.

La provincia ha registrado en el actual mes números capaces de poner en alerta a todos, pero de manera particular al sector residencial. Las viviendas habaneras están empleando el 80 % de la energía de la ciudad, contra el 55 % registrado antes de la situación epidemiológica por el SARS-CoV-2. Tradicionalmente, en el cuarto mes del año, el plan de la ciudad es 11-12 gigaWatt y en estos momentos asciende a 13-14 gigaWatt, justificado, en parte, por temperaturas similares a las del verano, y la presencia de toda la familia en casa.
Por ello cada hogar deviene protagonista en el empeño de revertir la actual tendencia de crecimiento, que fue previsible debido a la concentración en los hogares por las medidas de aislamiento social para enfrentar la epidemia de la COVID-19, pero no quita demostrar mayor sensibilidad y disposición al ahorro.
Basta pensar en alternativas como preparar almuerzo y comida en la mañana; evitar el abre y cierra del refrigerador, congelar “pepinos de agua y envolverlos en periódico para conservarlos más tiempo con hielo fuera del frío”, —al decir de mi octogenaria vecina—; también apagar luces y equipos innecesariamente encendidos que podrían impedir el alza experimentada en el consumo entre una semana y otra.
Esto añade tensiones a las capacidades de generación, pues entraña dedicar más combustible de lo previsto para sostener la demanda, sin desconocer cuánto impacta en la estabilidad de las redes, donde surgen averías como postes partidos, disparos por desbalances y sobrecargas, entre otros inconvenientes que afectan a la población.
Falta mucho para lograr propiciar un equilibrio de las cargas y evitar sobreconsumos que puedan obligar a los apagones planificados. Creo que todos estaremos de acuerdo en que el ahorro es nuestra principal riqueza en la actual coyuntura, e incluso, más allá de los días de tensiones.