Mucho se habla y escribe sobre la higiene en la ciudad, sobre todo de la recogida de desechos sólidos, pero hace falta una mirada más abarcadora sobre el concepto real de limpieza.

Solo le hago una invitación. Cuando camine por su reparto u otra parte de la ciudad entre a los mercados y pescaderías que expenden alimentos en moneda nacional. Algunos invitan a adquirir todo lo que se expone. Hay iluminación, pulcritud, pesas para cada tipo de producto, dígase cárnicos, quesos, embutidos y unos dependientes que estimulan a comprar.

No todos son iguales, los hay con moscas, con una sola pesa para todos los productos, en ocasiones las carnes exhibidas en los mostradores, donde todo cliente puede tocar y pasar las manos, en fin, nada invita a adquirir algo. Y en las pescaderías en ocasiones una llega y el olor a sangre se respira metros antes de traspasar la puerta.

En las panaderías-dulcerías las moscas pasean en las vidrieras donde se exponen los dulces y panes con todo libertinaje y una se pregunta, ¿podré comer con confianza? Pero hay otras, sobre todo las de la cadena cubana del pan, que dan gusto por la calidad y la atención al cliente.

No deje de echar un vistazo a los mercados agropecuarios. Generalmente los de vendedores particulares tienen limpias y acomodadas las mercancías. Todo atrae. Pero en los llamados “topados”, sólo por citar un ejemplo, exponen las mercancías con tierra, ofertando como de primera lo que no es, mientras lo de segunda parecen basura en exhibición. Sólo pregunto, ¿quién responde por esa falta de higiene?