Un niño pequeño camina a cierta distancia de su joven madre. Va entretenido, deleitándose con el dulce de merengue que ella acaba de comprarle al salir de la escuela. Viste correctamente el uniforme –camisa por dentro, pañoleta roja bien anudada, zapatos brillosos–, además de la pulcritud que le hace resaltar precisamente a esa hora de la tarde, tras haber finalizado la doble jornada de clases y recesos incluidos.
Luego de terminar su golosina, lanza el papel a la acera. No logro contenerme. “Pionerito… eso no se hace”, señalo con voz suave.
Espero que la madre intervenga y se sume a mi favor. Pero me fustiga con la mirada, lo toma del brazo y siguen de largo, sin decir palabra alguna. Quizás ese mismo día en su escuela le hablaron del cuidado del entorno, de no dañar la limpieza de la ciudad. A todas luces la lección tampoco encuentra eco en los más cercanos de casa.
Siento vergüenza ajena cuando al terminar las funciones en los teatros las salas están repletas con sobres de “Pelly”, latas de refrescos, envolturas de maní… un panorama similar al del área ocupada por los cajeros automáticos en las afueras del banco de 29 y 42, en el municipio de Playa, donde los indolentes prefieren no utilizar el envase de cartón colocado allí y echan al piso las hojas que imprimen al finalizar las operaciones con su tarjeta magnética. Quienes muchas veces alzan el látigo para cuestionar la suciedad imperante en no pocas arterias habaneras, son quienes las agreden con acciones que parecen simples pero no lo son.
Embellecer el tan criticado rostro de La Habana no corresponde solo a quienes tienen la responsabilidad de los asuntos mayores en cuanto a la higiene comunal, ni depende exclusivamente de grandes recursos materiales y financieros. Bien lo saben aquellos que, por ejemplo, suelen extender la limpieza de sus casas y cada mañana barren el frente y extienden los cuidados para compartir la salud al barrio, pero sobre a todo nuestras vidas.

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Bravo Lissette!!! Si cada ser humano entendiera la importancia y obligatoriedad de cuidar el medio ambiente en sentido general, la Tierra fuera un planeta saludable, lastimosamente, no es así.
Muy bien Lissette. Pero: Las entidades estatales y no estatales que producen, brindan servicios, que realizan una actividada publica o social son las que más sucias y deprimentes que se encuentran. Portales, aceras y áreas perimetrales con basuras, bejucos en cercas, plantas parásitas en fachadas que por demás jamas se limpian o pintan; carteles lumínicos y lámparas rotas y sin alumbrar, etc,etc,etc. Por qué los órganos del Gobierno y el Partido en la capital no le exigen a los directores, consejos de dirección, núcleos, secciones sindicales, comité de base de la UJC. Para hacer estas acciones no hace falta presupuesto, ni divisas; se necesita actitud, sentido de pertenencia y verguenza revolucionaria. Por que no se multan severamente a los indolentes, irresponsables, a los que atentan contra el ornato, la limpieza, la higiene, y el medio ambiente. El bloqueo imperialista no nos impide actuar consecuebtemente