Hay muchas, de diferentes dimensiones y formas, distintiva en amalgama de colores que encarnan la historia de los pueblos representados. A los ojos de cada uno, sus banderas merecen debida veneración y culto, por eso el acto de quemarla concentra la mayor definición de repudio. ¡Ay quien se atreva a mancillarla con deleznables propósitos! Ni dinero, ni impurezas contra ese estandarte sublime: “pedacito” de tela inmenso de ser.

Bardos le cantan y generaciones completas la resguardan en alma recóndita de amores o a pecho descubierto de batalla; sagrada guía que cual brújula desbroza incertidumbres en tiempos épicos de darse por una causa. Pero una bandera es también invitada de honor al convite de las mejores fiestas o los más firmes llamados a la trascendencia de un país como prolongación de proezas pasadas.

Todo eso ha sido y es la bandera cubana. Este 20 de octubre de cubanidad nada se le compara y ninguna otra puede decirnos mejor lo que fuimos, somos y seremos. Y sí, de hecho, hay muchos emblemas nacionales que cada quien saluda simbólicamente. De modo que no puedo decir que la mía, la nuestra, sea la mejor, la más bella, aunque para nosotros, - demostrado está-, lo es.

Si una peculiaridad tiene la mía, la nuestra, es que “jamás ha sido mercenaria” y que señera se basta con toda una nación atrás para sostenerla y darle altura emocional e histórica.

¿Cuántas rondas de gentes no hemos hecho para elevarla, cuántas manos no la dibujamos a diario en ese credo único, peculiar de las cubanas y cubanos encaprichados en asirnos a su fuerza cuando el vendaval es más peligroso? El abanderado se protege nunca por temor propio, sino para poder ondearla triunfante.

Y así se ha representado en un nuevo Día por la Cultura Nacional, en el que una diferente, elaborada por el Grupo de Creación Artística Confecciones Loida, fue regalada a la capital cubana. Bandera colosal de 28 m de largo x 14 m de ancho. En “retaguardia” científicos, médicos y personal de la Salud en lid tenaz contra la COVID-19 porque a ellos le fue dedicada.

Hubo inusitada simbiosis de refuerzos: el colectivo Construcción Alpinismo Borao la remontó a más de 126 m de altura sobre el nivel del terreno. ¿Dónde? En un lugar que jamás volverá a ser predilección de gánsteres ni de abusivos imperialistas: El Hotel Habana Libre. La bandera cubana, mía, nuestra, se basta sola.

Vea también: 

Inauguraron mural Himno Nacional por la Cultura Cubana

La bandera cubana engalana el Hotel Habana Libre