Foto: Ilustración: David Samuells

Tuve la posibilidad de realizar trabajos periodísticos en el Hospital William Soler, ubicado en la periferia de la capital y próximo al aeropuerto José Martí, en el municipio de Boyeros. Frente al centro hospitalario un
cartel resume el amor de la Revolución por los pacientes que allí se encuentran: Nada hay más importante que un niño.

En ese lugar conocí a niños y niñas que libraron la dolorosa batalla contra el cáncer y tuvieron el valor para dejar un ejemplo de amor entre quienes les acompañamos o apoyaron –con todos los recursos disponibles y la preparación médica especializada que dispone Cuba en su propósito de garantizar los medicamentos y la atención imprescindible en estos centros de Salud.

En mi país, estos ejemplos de altruismo y entrega, por cotidianos, no dejan de ser valorados como uno de los mayores méritos de un Estado que vela por la calidad de vida de sus ciudadanos, a pesar del genocida bloqueo impuesto por el Gobierno de Estados Unidos y recrudecido con 243 medidas adicionales durante la administración de quien será el nuevo presidente de ese país: Donald Trump.

Sin embargo, los reportes de las agresiones directas (sabotajes) e indirectas (persecución de activos financieros y mercados) realizadas durante estas décadas de bloqueo, expresan el genocidio que incluye esa política extraterritorial de Washington contra Cuba.

A pesar de todo, los esfuerzos de miles de especialistas e integrantes del Sistema de Salud cubano hacen posible la realidad de apostar por la vida. Muy lejos quedaron las imágenes de la seudorepública (antes de enero de 1959) cuando los niños y niñas, tanto como los ancianos y cualquier ciudadano, sufrían la imposibilidad de obtener la asistencia médica necesaria. Una realidad que debió enfrentar la preparación de
miles de médicos frente al éxodo provocado por el Gobierno norteamericano y que dejó solo 3 000 galenos, la mitad de los que permanecieron al triunfo de la Revolución en la Mayor de las Antillas.

Ante un llamado del líder histórico de la Revolución Cubana, Comandante en Jefe Fidel, se multiplicaría la cantidad de médicos formados en Cuba, y posibilitaría el apoyo solidario a otras naciones del mundo. El jueves 23 de mayo de 1963 partió de Cuba la Primera Misión Médica Cubana de Ayuda Internacionalista, que laboró durante 13 meses en la República Democrática y Popular de Argelia, dando inicio a una de las más bellas páginas en la historia de la Revolución Cubana en el campo de la salud pública y la solidaridad con otros pueblos.

Durante todos estos años la colaboración médica cubana se multiplicaría sobre la base de un precepto martiano: “... El mejor modo de hacerse servir, es hacerse respetar. Cuba no anda de pedigüeña por el mundo: anda de hermana, y obra con autoridad de tal. Al salvarse, salva. Nuestra América no le fallará, porque ella no falla a América”.

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