
Una de las tareas más difíciles que asumí durante mi trabajo como periodista fue la etapa en que se buscaban los restos del Comandante Ernesto Guevara de la Serna, el Che, y sus compañeros caídos
en Bolivia. Tuve el privilegio de conocer, ser amigo y compañero de trabajo (en el semanario El habanero) de Ulises Estrada Lescaille, el oficial de la inteligencia cubana que estuvo a cargo de la preparación de la
combatiente Tamara Bunke, Tania, y formó parte de los que garantizaron los preparativos para la llegada del Che desde Europa hasta Bolivia.
Por supuesto, no me corresponde abundar en detalles que han sido recogidos e incluso publicados por este combatiente y luchador revolucionario; mientras que otros seguirán formando parte de los archivos que
podrán ser develados en el momento adecuado. Decía que fue una de las tareas más difíciles porque a todos los cubanos, en especial a los nacidos después del triunfo de la Revolución, la presencia del Che forma parte indisoluble de nuestras vidas. Tanto es así que muchos nos negamos a reconocer que está físicamente muerto y (seguidores o no de la Revolución) lo evocamos con respeto e incluso, muchos, lo refieren cuando un error nos conduce a situaciones complicadas en la vida económica, social y política de nuestro país.
También, por esas circunstancias de la propia vida, tuve la oportunidad de conocer la zona de la Península de Guanahacabibes, Pinar del Río, en La bajada, el lugar donde el Guerrillero argentino-cubano realizó una intensa labor de trabajo y formación de la disciplina en compañeros que incumplieron en sus labores como directivos.
Digo todo esto, porque toda esa información documental que guardan nuestros archivos, todas esas anécdotas referidas por sus compañeros de filas, nos deben hacer reflexionar en uno de los problemas que enfrentamos los revolucionarios de todo el mundo, en todas las épocas. Me refiero a la UNIDAD. Se trata de un concepto básico para mantener una estrategia de lucha coherente, sin fisuras. No se trata de un concepto filosófico; se trata de una necesidad imprescindible como ha sido demostrado durante todos estos años de resistencia frente a los ataques de las diferentes administraciones de Estados Unidos.
Cuando me preparaba para realizar aquellos documentales de radio con relación al Che tuve otro privilegio: entrevistar al General de Brigada ® Harry Villegas (Pombo). Conservo el libro que me regaló: “Pombo, un
hombre de la guerrilla del Che”. Lo tienen mis hijos, fue dedicado por este revolucionario para Laura y Raúl. De esta forma consideré la transmisión del legado del Che, en el propio ejemplo que me esfuerzo por seguir.
Durante aquella investigación documental sentí el dolor por las muertes en aquella tropa durante su campaña en Bolivia. Pero los tiempos son diferentes. No estaba en la selva boliviana. Eso es algo que debemos aprender. Hace poco tiempo le explicaba a una amiga de Argentina: Si hubiese tenido la edad suficiente, quizá estuviese “dormido” entre los compañeros que le acompañan en sus nichos del Mausoleo de Santa Clara, pero ahora tengo una batalla en la cual participar: La Batalla de Ideas, a las cuales nos llamó el líder histórico de la Revolución Cubana, el Comandante en Jefe, Fidel.
En ese combate estamos inmersos. El ciberespacio es el nuevo campo donde se libra una de las más feroces guerras impuestas por el imperialismo en su afán de dominación mundial. Los servicios de inteligencia de las
naciones aliadas de Washington establecen las reglas de esta guerra como propietarios de las plataformas en las cuales condicionan y manipulan a millones de internautas. Los que utilizamos estos servicios de la internet lo sabemos. Pero también nos tratan de dividir y es por esto que lo reiteraba nuestro Presidente de la República durante la clausura de en la clausura del Cuarto Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular en su X Legislatura:
“Una vez más deseo llamar la atención sobre el ejercicio de la comunicación política, institucional y social, por la profunda insatisfacción que nos provocan los errores y vacíos constantes cada vez que se implementan
normas y se aprueban decisiones que se presentan sin la debida información complementaria o las explicaciones imprescindibles, favoreciendo distorsiones y mentiras de los medios asociados a la contrarrevolución, lo que termina por contaminar con mensajes tóxicos en redes a la opinión pública nacional, donde aparecen lógicas incomprensiones que enrarecen el ambiente alrededor de cualquier medida de importancia”.
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