
En varios tramos, a lo largo de todo el malecón, existen señaléticas que establecen la prohibición del baño o la pesca en balsas. Sin embargo, resulta cotidiano observar adolescentes lanzarse temerariamente a las aguas esquivando las rocas que se interponen en el trayecto.
De tan cotidianas estas imágenes se tornan casi “normales”, a pesar de los accidentes que implican la pérdida de vidas. A esta indisciplina se agregan otras como el lanzar latas de cerveza o refrescos desde autos en movimiento que terminan por dejar una estela de inmundicias en una de las avenidas de La Habana, más transitada, fotografiada y conocida a nivel mundial.
La capital se apresta a celebrar el aniversario 505 de su fundación. Los esfuerzos que conllevaron a declararla Ciudad Maravilla, hace cinco años, tuvieron en cuenta la conservación de arquitectura patrimonial y otras características propias de una urbe que merece todo nuestro respeto, no solo de los visitantes.
De ahí que la conservación de lo alcanzado debe ser considerada un propósito no exclusivo de las autoridades, sino de todos los que habitamos cada uno de sus municipios. Pensar La Habana es reconocer al Doctor Leal quien ofreció todos sus conocimientos para compartir y legar a las futuras generaciones.
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