Foto: Juvenal Balán

Ante el deterioro de la imagen y el saneamiento de barrios de la capital se impone la búsqueda incesante de más alternativas, medidas e iniciativas que pongan fin a esa situación que cada día, por múltiples razones, se complejiza más.

Resulta comprensible la profunda incidencia del asedio imperial, el cual abarca todo el sector económico-financiero del país. Pero como en otros momentos difíciles de la Isla, donde reveses fueron convertidos en victorias, este momento debe superarse encontrando las soluciones más viables y sustentables que permitan erradicar esta sensible problemática que hoy afecta a la población.

Además de la falta de sistematicidad en la recogida de desechos sólidos en las comunidades, microvertederos en las calles y notable carencia de contenedores para depositar la basura que generan empresas, viviendas y actores económicos, se constatan áreas verdes y tradicionales parques sin adecuado mantenimiento, altos niveles de hierbas y desatención, lo cual deprime el ambiente armónico y atractivo que debe prevalecer en las localidades.

De igual manera, por estos días, quizás por los actuales contratiempos energéticos (aunque debidamente informados y justificados por las autoridades del sector), hemos observado zonas del interior de los municipios totalmente apagados en horas de la noche, así como áreas de estar.

En estos casos se incluye además, lugares con servicio wiffi para los ciudadanos, como ocurre reiteradamente en el emblemático y desarticulado parque Piñera, el cual es generalmente de tránsito obligado para quienes se orientan hacia la Calzada del Cerro, Ayestarán, o arterias aledañas a Plaza de la Revolución; y a ello se suma además, colindante con la calle Clavel entre Lombillo y en camino a San Pedro, un derrame de aguas albañales, desde hace algún tiempo.

Cuando oscurece, resulta peligroso el paso de peatones y también vehículos por la zona, -peor aún el de personas adultas mayores que precisen salir-, pues todo el entorno carece de iluminación pública. Similar asunto existe en otros territorios, lo cual preocupa a los pobladores, particularmente a aquellos que laboran en horarios noche-madrugada, o precisan de salidas y regresos nocturnos por necesidades de cualquier índole.

Cuando caminamos por la comunidad es recurrente escuchar a los vecinos abordar estos temas, señalando cómo son aprovechados por personas inescrupulosas para realizar fechorías, entre las que se ubican el continuado hurto de bancos de parques, de ruedas de contenedores, rotura de lámparas de alumbrado en áreas de estar, destrucción de muros y cercas, así como el potenciar microverteros, incluso fuera de los puntos de recogidas históricamente establecidos para la recepción de basura, entre otros flagelos que se estimulan en un contexto de extrema oscuridad.

Otra preocupación es la práctica, que se extiende, de quema de la basura de manera indiscriminada sin participación profesional, lo que tiene como causa fundamental, la acumulación de desechos con presencia de vectores, frente o muy próximo, a las viviendas de las personas.

Estos elementos propician también mayor indisciplina social y vulneran la habitual tranquilidad de nuestras comunidades, al ser aprovechado por quienes prefieren delinquir y no estudiar o trabajar para ser socialmente útiles a la sociedad.

Lamentablemente, y a pesar de las posibilidades que en Cuba se ofrecen y amplían para incorporarse a centros educativos o labores productivas y de los servicios, todavía encontramos una minoría de ciudadanos que no se insertan a convivir en colectividad, de manera civilizada y solidaria.

Y aunque sin dudas hay conciencia de esta problemática por parte de las autoridades competentes y se trabaja responsablemente y con ahínco en minimizarlo, hay que insistir y continuar encontrando su plena erradicación.

Ante la situación objetiva que enfrenta la nación a consecuencia del vil bloqueo que trae consigo déficit de recursos esenciales y también de fuerza laboral en algunas entidades, y de lo cual no están exentos los Servicios Comunales, quizás haya que involucrar a otros organismos y actores económicos que cuenten con recursos para apoyar.

Esta tarea precisa ser periódica, diaria, y es una de las misiones más importantes, como también lo es la prioritaria que se ejecuta cada mes para satisfacer la canasta básica de alimentación que demanda la población en las muy complejas condiciones actuales; ambas contribuyen a preservar la salud y un ambiente sano.

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