Foto: RSM

No conozco ningún productor que logre cosechar papas sin la inversión de miles de pesos en insumos, que no solo incluyen los fertilizantes y plaguicidas, sino de todos los recursos involucrados para llevar a término, con resultados, en los cuales resulta determinante la preparación de los suelos, el inicio del laboreo en el ciclo adecuado y los desvelos que hacen fruncir el ceño; mientras se observa la caída de la lluvia o se presienten días de tormenta.

Recuerdo mis recorridos en función periodística y entrevistas realizadas a los hermanos Gómez de Güira de Melena, quienes fueron asesores del Consejo de Estado para lo relacionado con este cultivo, por ejemplo. De los análisis del Comandante en Jefe Fidel y su preocupación por establecer la construcción de un sistema frigoríficos que mantuvieran la posibilidad de conservación del tubérculo y reducir los ciclos de comercialización de este alimento. Incluso de la popular frase tan criolla para definir la “ayuda” de la papa en la mesa de todos los cubanos.

En esta página hemos abordado el tema del descontrol sobre aquellos lugares donde deben permanecer protegidos miles de sacos de papas y de igual forma cuestionado a quienes permiten su venta ilícita vociferada por cualquier calle de la ciudad, con precios que demuestran la flagrante violación de lo regulado y lo establecido como referente para un producto que solo se puede alcanzar con la participación de empresas estatales que sí tienen un dueño: el pueblo.

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