
Desde el fin de semana pasado el mundo del fútbol está conmocionado. Ataques racistas contra el jugador brasileño Vinicius Jr. han desatado una ola de repudio y solidaridad que ha tenido a personalidades tan destacadas como el mismo presidente del gigante sudamericano, Luiz Inácio Lula da Silva. Pero a la par, cientos que pretenden justificar en las actitudes del deportista las ofensas de algunos racistas.
Cuba vive otro contexto. Aunque persisten expresiones de racismo, desde el Gobierno hay la firme voluntad de eliminarlas totalmente. Pero este caso, en apariencia lejano, también sirve para darnos algunas lecciones.
Aquí se mezcla sociedad, política y deportes, porque la realidad no entiende de segmentos del conocimiento: es una sola. Si mal está ofender a un jugador por su color de piel, mal también está denigrar al contrario por usar una camiseta diferente a la de mi equipo preferido. Se tiene que jugar a ganar, siempre, con todo el empeño, pero no convierte al rival en un enemigo; ambos aman el mismo deporte, incuso lo más seguro es que compartan los mismos valores.
Distinto del racismo, pero con la misma madre torcida, es el regionalismo. Luego de hacer fracasar luchas hace años, aún su oreja peluda subsiste entre nosotros. La Serie Nacional es muestra de diversas expresiones, que al entrar en su recta final se acentúan. Si en otros tiempos, y bajo otros conceptos, fueron toleradas estas expresiones, es hora de desterrar de los estadios coros ofensivos, homófobos y regionalistas. No se trata de no apoyar a cada equipo, ni de jugar beisbol con la calma de un ajedrecista, sino de hacerlo de forma respetuosa, divertida y retadora, pero sin humillar al rival.
Porque si hoy apoyamos a Industriales, o Matanzas o Granma; mañana lo haríamos todos por el equipo Cuba. Ya probamos del veneno de la intolerancia cuando en el Clásico los peloteros de MLB decidieron participar por el equipo de las cuatro letras. Algunos, pocos pero muy ruidosos, dedicaron cientos de horas de video y toneladas de megas en escritos para denigrar de esos compatriotas que un día decidieron hacer vida en otro país pero siguen teniendo a este como lo más grande. El grado sumo del paroxismo llegó en Miami, donde intentaron hasta agredir a los familiares de deportistas.
La intolerancia tiene muchas formas: racismo, xenofobia… todas destructoras de diálogo, todas con mil justificaciones de quienes la practican. Si en el caso de Vinícius la "justificación" es de que baila, regatea y celebra con euforia, en Miami la "excusa" fue de que estaban en un equipo "del régimen". Siempre la culpa es del otro, del agredido, del provocador, por no comportarse como yo quiero, tal parece ser el pensamiento del que humilla. Todo para enmascarar el odio a la diferencia.
Pero obvio que hay diferencia. Actuamos, pensamos, somos diferentes. Lo que esa diferencia no puede ser la justificación para la agresión, la intolerancia, la afrenta. No tenemos que ser en todo iguales si podemos encontrar aquello que nos hermana, la esencia, que va más allá de color de piel, lugar de nacimiento o de residencia.
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De acuerdo totalmente con su comentario periodista. Si no corregimos el tiro ahora ,pronto en los espectáculos deportivos u otros aquí, viviremos situaciones como las que vive hoy Vinicius en España y como la que vivió nuestro equipo CUBA en el estadio de la Florida durante el último Clásico de béisbol. Se ha hecho común y corriente en estos eventos deportivos ( SN ,LSB y otros),ofenender y agredir al equipo rival ,incluso han ocurrido broncas y reyertas en el público y entre atletas y se observa como un grupo de individuos( cada vez mayor),de la peor manera,profieren comentarios agresivos,obscenos y se" adueñan" impunemente del espectáculo con la mayor naturalidad, casi siempre ingiriendo bebidas alcohólicas y borrachos. No importa que el evento se esté transmitiendo por l a TV,hasta parece que para ellos si está la TV pues mejor. No respetan ninguna norma social,ni la presencia de mujeres y niños ,ni el orden ,ni nada. Creo que esto hay que revisarlo ya y adoptar las medidas pertinentes. Mañana será tarde.