Foto: Prensa Latina

No conozco a Carlos Lazo, personalmente. El dolor de su reciente y crudisima pérdida, nos une tanto como su amor por Cuba.

Leí su breve nota. Sentí el lacerante impacto de cada palabra y observé la fotografía de la hija con los ojos llenos de vida y una avalancha de imágenes circundaron mi pensamiento.

Escribo consternado porque Carlos extendió en su puente de amor, los lazos entre las familias cubanas, lejos de la retórica y el odio acérrimo de quienes no comprenden que Cuba nos alimenta desde las raíces y nos hace hijos del mismo pueblo.

Sé cuánto dolor atraviesa el pecho del padre herido, del hermano que no conozco, pero siento como una parte de mi, también fue alcanzada por la trágica circunstancia de una joven vida que se marcha temprano y deja ese vacío enorme, insondable que no puede llenarse jamás de los sueños de la hija amada.

Tiendo mi mano como puente de amor, pongo también mi pecho como lo has hecho Carlos, por millones de tu pueblo.

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