
Hace algunos días tuve la oportunidad de compartir con varios de los 72 candidatos a diputados por La Habana a la Asamblea Nacional del Poder Popular. El próximo domingo 26 de marzo estarán en las boletas de las elecciones nacionales. En cada municipio del país aspirarán a la Asamblea personalidades de los más disímiles sectores de la sociedad. Junto a ellos, figuras provinciales y 221 delegados de base.
De aquí al día de las elecciones falta casi dos semanas, y faltan muchas campañas para desvirtuar el proceso. Por repetidos son previsibles esos ataques: desde llamados a la abstención, pasando por decir que los candidatos no lo representan hasta que los escogió una entidad anónima y secreta.
Las elecciones en Cuba son diferentes, como diferente es el sistema político que nos hemos dado. A contrapelo de la inmensa mayoría de los países, no hay campañas políticas. No verá usted candidatos denostando de un compañero de boleta, ni comerciales o anuncios llamando a votar por este o por aquel. Solo verá llamados al sufragio y a todos los candidatos publicitados de forma igual: su biografía en los lugares más concurridos de la comunidad.
En estos días muchos de ellos recorren centros estudiantiles, laborales y comunidades. Si tiene la oportunidad hable directamente con ellos. No puedo decirle como será, solo puedo contarle mi experiencia por los que conocí. Los candidatos son como usted y como yo. Personas sencillas, sin poses ni gestos de figura importante, aunque dentro de poco asumirán grandes responsabilidades. Son trabajadores, artistas, profesores, médicos, y hasta estudiantes. Quizás la diferencia sea el compromiso con el bienestar ciudadano de todos ellos, que sueñan y construyen un país mejor.
Todos pudieran contar lo que han hecho, aunque algunos por modestia dirán que no son la gran cosa. Ahí está el director de una empresa constructora que me comentaba de cómo repararon los hospitales en medio de la pandemia como quien habla de algo cotidiano, aunque haya merecido la bandera de Proeza Laboral.
Tal vez por su municipio esté propuesta la estudiante que gusta de los tatuajes y de escribir poemas que no enseña a nadie y menciona de pasada la satisfacción de ayudar a los niños con discapacidades. O la cantante que a pesar de compartir grandes escenarios se emociona con un ancianito que entona una melodía en un Círculo de Abuelos. O la científica que ha participado en la producción de decenas de medicamentos y lo dice como algo cotidiano. En uno de esos recorridos pudiera reconocer a algún delegado que trabajó como el que más durante los meses duros de la pandemia, quizás en su mismo barrio.
Nuestro sistema está lejos de ser perfecto, y los candidatos lo saben, porque sufren muchos de nuestros problemas. Quizás nuestras elecciones no son las que mejor pudiéramos tener, pero casi seguro que nuestros candidatos son los mejores que pudiéramos tener. Ellos deberán trabajar, como todos, por superar nuestras adversidades, mejorar las condiciones de nuestra ciudad, a pesar del bloqueo y las limitaciones propias. Abstraerse del proceso electoral no significa que pueda hacerlo de sus resultados.
Los elegidos el día 26 tendrán la responsabilidad de dirigir la nación por los mejores senderos posibles, pero también deberán rendir cuenta de su gestión y obedecer la voluntad popular. Y el primer paso para hacer valer esa voluntad es asistir a las urnas y elegir a todos los capacitados para demostrar que mejor es posible.
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