La consulta de las principales leyes del país a todos los ciudadanos es una práctica habitual en nuestro país. Es una manera de hallar la verdad entre todos, o al menos acercarnos lo más posible. Forma parte de nuestra forma de entender conceptos tan llevados y traídos como democracia, y de hacerlo de una forma autóctona.

El año pasado vivimos intensos debates que derivaron en la posterior aprobación del Código de las Familias. Pero como parte de las leyes que sustentan la actualización de nuestro modelo, son múltiples las iniciativas legislativas, y por su impacto destaca el proyecto de Ley de Comunicación Social.

Como novedoso es descrito este proyecto de ley, por primera vez en nuestro país se regulará este tema, acorde a los cambios tecnológicos y sociales que han ocurrido en los últimos años. La comunicación, en su sentido más amplio, ha sido y debe seguir siendo un arma para defender los principios sobre los que se sustenta nuestro sistema social.

Recoge nuevas formas de financiamiento, indispensables para mejorar las condiciones de trabajo de los periodistas, por ejemplo, en aquellos órganos de prensa que estén en condiciones de poder solicitar y ser autorizados al nuevo modelo de gestión de la información para obtener ingresos. Entonces podrían ofrecer un sustancial aporte al presupuesto del Estado.

La regulación del actuar dentro del ámbito mediático y comunicacional nos permitirá exigir nuestros derechos a la vez que nos obligará a cumplir los deberes y responsabilidades, tanto en el rol de consumidores como de generadores de información.

Un punto controvertido en el decreto-ley es sobre las formas de propiedad. Distingue entre medios fundamentales y otros medios, mientras los fundamentales son de propiedad socialista, los otros medios pueden pertenecer a todos los actores económicos. Abre así la posibilidad a medios privados, una espada de Damocles sobre los mas genuinos intereses de la Revolución. Ahí están los ejemplos de la glasnot y la Unión Soviética, donde el sistema fue minado desde dentro, y la revisión de la historia promovida desde los medios fue un elemento importante. No se trata de temer a los privados, se trata de mejorar nuestros medios públicos, hacerlos más fuertes. Dotarlos de todas las herramientas y garantías para que hagan su trabajo defendiendo los intereses de toda la población.

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