
Tomo prestada la frase popularizada -desde su perfil de Facebook- por el escritor, investigador y periodista cubano, Luis Toledo Sande, y amplifico un reclamo. “Oído en la calle:” Con urgencia se impone comercializar por la unidades de comercio –libreta mediante- el pollo y otros productos de primerísima necesidad que ahora expenden en los establecimientos de las cadenas CIMEX y TRD.
Mientras Toledo Sande emplea tal expresión para hacerse eco sistemático de los reclamos y el sentir popular -una práctica que bajó de la Sierra con los barbudos, autentifica la Revolución, y además de otorgarle carta de crédito de aceptación mayoritaria, le hace fuerte-, yo le echo mano para amplificar lo que sin lugar a dudas, ahora mismo es la inquietud y añoranza más en boca y con mayor frecuencia esgrimida por los capitalinos, en las colas y también en cualquier otra parte y otros momentos.
Las historias que descalifican las actuales formas de distribución y venta de tales mercancías, abundan. Casi todo el mundo tiene más de una para contar. No es menester sacarlas a relucir, son de amplio dominio público.
Hay que volar por los aires el trapicheo y lograr que cárnicos, artículos de aseo y aceite toquen todas las puertas, de la manera más equilibrada posible, incluso hasta en la de quienes el trabajo les impide estar todo el tiempo “de guardia” en las colas, y que no haya núcleos que a estas alturas del año hayan comprado cárnicos solo una o dos veces. Habrá que repensar y reconsiderar las actuales formas de venta de algunos de los renglones que llegan a los otrora establecimientos de expendio en CUC.
¿Qué lo impide? ¿Dinero? Ya todo se vende en una sola moneda, el precio sería el mismo y lo recaudado puede ir a los mismos destinos. ¿Estructuras? Transformémoslas; ¿regulaciones? Deroguemos las que se erigen barreras y hagamos valer otras nuevas; ¿los hombres y sus intereses? Pongamos en su lugar a quienes hayan probado mejor vocación de servicio a sus semejantes.
Las formas vigentes son inoperantes, solo garantizan inequidad, no sirven a la mayoría y promueven el ninguneo, a favor de quienes menos aportan.
Observo y tomo nota. Estoy casi seguro que en estos dos años de pandemia se ha vendido más pollo, picadillo, aceite, jabones y detergentes, que nunca antes. ¡Como para darle, cuando menos, dos o tres vueltas a cada núcleo familiar!
Como diría un admirado colega, de un lado la “urgencia”, del otro la “responsabilidad”. Aquello que se pintaba o fue fórmula salvadora, no funcionó o ya no lo es. Cambiemos las reglas del juego, y dejemos fuera desigualdades e incertidumbres; coleros y revendedores. Estamos obligados a ello.
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SOLDERA AL BARRIO, HAY PANFILO!
No sólo los revendedores sin escrúpulos juegan con la necesidad del pueblo también menos escrúpulo y abusando de su cargo lo hacen las tendrás los LCC con mayor frecuencia y más libertad ya que tienen los productos a su disposición como si fuera un negocio particular después son tan indolentes que venden los productos en el mismo barrio a los propios vecinos con mucha discreción pero al final han perdido el miedo a robar por que se sienten intocables como si estuvieran autorizado a tan inescrupulosas tarea no se que medida podrán inventar en este país para que sea justa la entrega al pueblo de estos producto de primera necesidad la escasez y la falta de control y exigencia contribuye a que todas estas personas se corronpan estoy hablando de un gran por ciento de todo el personal que realiza esta tarea
Precisamente ese es el reclamo del pueblo. Me uno a ello para ver si al fin puedo comprar en la tienda y NO más a los revendedores.
Excelente artículo, se está pidiendo a gritos pero oídos sordos, soy trabajadora activa y no tengo tiempo de hacer esas colas y soy de las que como usted dice en el año he cojido 2 veces pollo porque me han marcado los vecinos y así todo es el día entero que uno pierde del fin de semana donde se atrasa las tareas del hogar que uno deja para el sábado y domingo, ojalá que este artículo lo lean las personas que tienen que tomar desicion es al respecto
Cómo bien dice las historias son de dominio público, lo saben todos pero parece que es muy difícil que se le de una solución, o no se le quiere dar la solución, me pregunto cómo es posible que estén a la venta en el mercado negro tantos y tantos paquetes de pollo, salchichas, picadillo, aseo... Está bueno ya de lo mismo. Da vergüenza ver todas esas colas, día a día, un país que tiene la gente en cola todo el día, no tiene a esa gente en sus puestos de trabajo, lo mismo te encuentras con uniforme en las colas a los trabajadores de etecsa, de los bancos, que maestros , trabajadores de la salud... Para qué seguir, si se sabe...