
Venía ella enajenada. Con sus manos libres, de la conexión sujetada. Él conducía orondo de las curvas que mostraba su distraída pasajera; mas no sabía con quién chateaba... Mucho ruido en la avenida; mientras la “discoteca” rodaba con un reguetón sobre dos ruedas y una letra oxidada.
Puede que el comienzo de mi comentario tenga ese tono de sátira en relación con esta imagen tan común en las avenidas. Incluso, lamentablemente, no siembre terminan en una sonrisa. He visto muchos accidentes en los cuales este nuevo esnobismo de las muchachas chateando, mientras se desplazan en la parte trasera de motorinas, terminan con fragmentos de plástico dispersos sobre el pavimento. Incluso, algunos de sus conductores se comportan como si lo hicieran en un rally e imitan la “destreza” de los pilotos profesionales, en circuitos adecuados, con el temerario zigzagueo entre los vehículos de mayor porte, escurriéndose con una sonrisa de Joker con sus rápidos y silenciosos ciclos.
Pero no son los únicos que muestran su salvaje estampa en la vía. Es común ver aquellos conductores de autos hablando por el celular e incluso haciendo las llamadas con sus vehículos en movimiento como si fueran los dueños de las calles y avenidas, solo por señalar tan peligrosos ejemplos. Sin dejar fuera aquellos cuyos equipos de sonido estremecen el entorno hasta ahogar, prácticamente, el ruido de los motores de otros autos con igual derecho a circular, así como mantener el comportamiento que permita la seguridad de todos.
Octubre comienza a mostrar la curva que le acerca al mes de noviembre y son cada vez más los estudiantes –de todos los niveles de la enseñanza- que salen de sus hogares a cumplir con sus programas de estudio.
Aprovecho para enviar una alerta a aquellas madres que prefieren “conducir” sus coches para bebes por las calles como si estos tuvieran los requerimientos técnicos para proteger a sus inocentes pasajeros del temible peligro que representan los depredadores descritos arriba.
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Estimado San Miguel: el tema de su comentario es oportuno, pero va mucho más allá que la irresponsabilidad de los choferes y peatones. Me refiero a la responsabilidad institucional de las autoridades que lo permiten. He presenciado autos y motos estacionados o pasando frente a agentes del orden sin inmutarse. Y la música muy alta no solo molesta, es que el chofer que la provoca no puede escuchar lo que sucede a su alrrededor ni los choferes que lo rodean (un frenazo, un pinchazo de un neumático, el grito de alerta de una persona, etc.). Todo eso atenta contra la su seguridad y la de los otros, porque el problema que puede evitarse, lo sorprende y ocurren accidentes y desgracias. Pero, todo esto que refiero, además de ser elemental, está regulado en el Código Vial que es una ley. Y resulta incomprensible que suceda con impunidad frente a los agentes y que estos no accionen. De hecho, como no se acciona, por eso hay impunidad. Gracias a Usted por traer un tema que afecta a todos.
Muchas gracias estimado Jorge por completar la esencia de este comentario que busca llamar la atención sobre una cuestión que nos afecta a todos y mucha veces demuestra la impunidad, desde el punto de vista con el cual observamos a quienes circulan en esos ciclos.