Por estos días, el lamentable accidente ocurrido en la zona industrial de Matanzas, se mantiene en el epicentro de casi todos los temas que debaten los capitalinos, mientras realizan sus labores cotidianas o esperan su turno en las colas. Precisamente allí escuché a una mujer hacer referencia de su apoyo a la decisión de las máximas autoridades habaneras de establecer un programa de apagones. “A mi barrio le tocó su cuota de hoy”. Sin embargo, me atrevo a decir que sentí casi orgullo en sus palabras. Entonces la voz de su interlocutor acentuó la ayuda proveniente de México y Venezuela, “cuando más lo necesitamos están ahí, con nosotros, metidos en la candela, codo con codo, con los bomberos cubanos, los constructores –porque han hecho barricadas en medio del fuego para contener el derrame encendido…”
“Y los piperos (hidraúlicos) –subraya otro- los de las FAR y el MININT, los pilotos, sobrevolando todo el tiempo, y toda esa gente que ni siquiera ha tomado un descanso para hablar con su familia. Hay que ver el rostro de esa muchacha, la primera secretaria del Partido en Matanzas, los jóvenes que entregaron sus vidas, apenas en la edad que se comienza ¡C…, que valor!”, dijo y sus ojos se llenaron de nubes.
Fue cuando habló un señor bastante entrado en años para referirse al ciclón Flora, “que hizo aquel lazo antinatural, mientras destruía todo en la provincia de Oriente. Pero allí estaba Fidel, y los principales líderes de la Revolución. Ahora le toca a los que continúan la obra, fíjate que sentí tranquilidad de ver en medio de la dirección de defensa contra el fuego, a Díaz-Canel. También al Primer Ministro, a Lazo (Esteban Lazo Hernández, presidente de la Asamblea Nacional) que se movilizó para Matanzas y fue a ver, además,
al ministro que resultó lesionado (Liván Nicolás Arronte Cruz, de Energía y Minas) al comandante Ramiro… Todos allí… Por eso este pueblo lucha y resiste. ¿Los americanos…? Mirando y hablando m… en las redes sociales”
Recordé aquel libro de Jorge Ricardo Masetti, Los que luchan y los que lloran (el Fidel Castro que yo conocí) en el cual se describe la solidez de la Revolución que consolidaba sus raíces en plena Sierra Maestra. La coincidencia histórica de la creación, por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, el 31 de julio de 1963, de la Defensa Popular que devendría en Defensa Civil de Cuba.
Los que luchan en Matanzas para contener el siniestro demuestran la correspondencia con los argumentos de Raúl en su reciente carta de reconocimiento a la Defensa Civil. “Se debe en gran medida al esfuerzo y la capacidad del pueblo cubano de sobreponerse a las difi cultades y defender la obra revolucionaria de los ataques de los enemigos, los accidentes fortuitos, los errores humanos y la furia ciega de la naturaleza, porque la Defensa Civil somos todos”.
Esta vez con ese precepto martiano: “Cuba no anda de pedigüeña por el mundo, anda de hermana, y al salvarse salva, y obra con la autoridad de tal”, como lo demuestran los héroes que vinieron desde México y Venezuela.
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