Foto: Raúl San Miguel

Caminando por cualquier lugar de la ciudad puedes escuchar una referencia molesta de la población acerca de los “coleros”, esos ciudadanos que especulan con los precios de los productos obtenidos en el mercado estatal y provocan –a través de la movilidad de los ingresos obtenidos fuera de los bancos– una escala ascendente en números rojos que tiene su reflejo directo en la inflación que nos afecta debido al bloqueo impuesto, sostenido e incrementado por el Gobierno de Estados Unidos contra nuestro país y los remanentes directos de la crisis internacional aguzada por dos años de enfrentamiento a la pandemia de COVID-19.

Incluso, pueden verse algunos de estos personajes realizar la propuesta de su “mercadería” en la vía pública, como es el caso de las intersecciones del Reparto Obrero, del municipio de San Miguel del Padrón, localidad (referente para muchos habaneros) que enlaza a varios municipios capitalinos; además de servir de
acceso para la salida de La Habana hacia las provincias del centro y el oriente del país.

Lo preocupante es la cantidad de estas personas que pretenden obtener ganancias mediante ingresos por la vía ilícita en una puja para mantener el control de las colas; a pesar de las acciones punitivas aplicadas y los controles diarios realizados por la Dirección Integral de Supervisión y Control (DISC).

Por supuesto, el “río no está revuelto” como pretenden justificar aquellos que actúan como parásitos y miran hacia el otro lado de la balanza sin tener en cuenta la presencia en los mercados de quienes regresan de sus actividades laborales y no claudican en los esfuerzos realizados para mantener la vitalidad de los servicios esenciales y sobre todo despiertan cada día con la razón de hacer todo por el beneficio del país.

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