
El poderoso rugido de una moto de alta gama resulta más alarmante en la vía que el sonido del claxon de un camión de transporte privado (lleno de cornetas) o la reacción que provoca la sirena de una ambulancia o un auto policial. Sencillamente representa, para todos los usuarios de la vía, una señal de alto peligro que se acerca y luego vemos desplazarse en una maniobra temeraria de zigzag entre los vehículos que circulan por las avenidas y con una velocidad superior a los 180 kilómetros por hora.
Las motorinas, cada vez más potentes y variadas, con un desplazamiento que supera los 60 kilómetros por hora, tienen como elemento contrario a los sentidos del resto de los conductores, el silencio de estos ciclos eléctricos y que, además, en la mayoría de los casos, el comportamiento de sus tripulantes demuestra el desconocimiento de las regulaciones del tránsito vigentes.
Esto también las hace muy peligrosas, sobre todo
cuando se “escurren” buscando un lugar de puntera ante la detención del resto de los vehículos por la luz roja, sin tener en cuenta el momento que caen en el “punto ciego” de los carros de mayor porte como es el caso de los ómnibus articulados y camiones.
Tales desafíos convierten la vía pública en una verdadera jungla, como le llamó un colega en un necesario comentario. Salvo que estos choferes indolentes complementan las tensiones cuando aparecen los llamados almendrones, que han establecido un código vial diferente al actual: buscar clientes a toda costa y todo costo, aunque signifique violar los artículos disponibles para la seguridad vial como es la interferencia al cruzar delante de otro auto en marcha sin siquiera una advertencia de luces previa (lo cual no ofrece
derecho a la maniobra) y poniendo en peligro la vida de pasajeros y transeúntes.
Por supuesto, el letal comportamiento no es atribuible a todos los que conducen motorinas. Especialmente en las conductoras, a pesar de los estigmas machistas tradicionales.
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Y que decir de los peatones, esos seres que parecen de otro planeta, que no respetan señal de tránsito alguna por qué sencillamente no le interesa o te responden que no las conocen y se abalanzan encima de los vehículos en marcha lo mismo en una concurrida avenida que una calle cualquiera incluso viendo la aproximación del vehículo a velocidad, te los encuentras también en cualquier vía caminando tranquilos por el medio de cualquier calle de la capital a veces solos o en grupos como si fueran los reyes de la vía, también los hay con carretillas bloqueando el paso de la vía y muchos además son jóvenes o niños que se ponen a jugar pelota o al fútbol en plena vía teniendo un parque al lado o a poca distancia y lo más gracioso de todo en que ya la policía no les dice nada, estoy seguro que si hoy se hace un estudio al respecto se apreciará que las multas a los peatones es ínfima por infracciones de las leyes del tránsito, lo aseguro y esto es algo que hay que rescatar porque también forma de la disciplina y la buena conducta social de las personas que hoy están a pie pero mañana están detrás de un volante e imagínese usted de que forma entonces van a conducir?
Y qué decir de los agregadores de motos en los barrios que ni licencia tienen y es la escandalera más la música bien alta de las casas y motos interrumpiendo al vecino en trabajador que sí sabe lo que es madrugar en esta capital .