
Olí a hierba recién cortada y desde el aire tomado por mis pulmones sentí que el país entero, no solo la ciudad, se me adentraba con un golpe de enamoramiento tal que inevitablemente pensé en José Martí y su poema Abdala. En el llamado que le hace a su madre identifica el amor a la Patria como “el odio invencible a quien la oprime y el rencor eterno a quién la ataca”. Guiada siempre en ese espíritu intransigente, sin embargo, yo disfruto sobremanera cada detalle del paisaje que recorro.
Igual lo hizo el Maestro justo cuando pisó tierra cubana por Playitas de Cajobabo con el propósito de iniciar la guerra definitiva para la liberación de Cuba. La emprendería firme, aunque animado en el afecto, porque tuvo como escudo los más elevados sentimientos, y eso prodigó incluso en la manigua.
Con 16 años, en 1869 –iniciada ya la epopeya mambisa de Carlos Manuel de Céspedes– dio a conocer las arriba mentadas geniales “letras”. Y no hay contradicción alguna, ya que sensibilidad y esencias revolucionarias se complementan; se nutren mutuamente como las aguas todas en confluencia hacia el mar.
Eso pienso fue lo que trató de enfatizar en la aludida obra, famosa ahora a partir de su nombre, pero proyectado desde un pequeño bulbo más que como pieza teatral. Ninguna de las dos son antítesis una de otra, pues lo mismo en la ciencia que en el arte, Martí vio recursos para la redención humana. También la de esta Isla en Revolución, a la que le dedicó su persistente fuerza creadora.
En 0,65 segundos, el buscador de Google comparte 7 570 000 resultados al teclear la palabra Abdala. Sobresale el logro de la biotecnología cubana, lo cual responde al momento histórico de pandemia mundial. No obstante, que hijo o amigo de esta tierra, no sabe que justamente José Martí es el inspirador primero de la exitosa vacuna al sintetizar en sí misma el valor de la vida: objetivo esencial martiano, hecho aquí Socialismo.
A pesar de ser vilipendiada por enemigos, desertores y terroristas, Cuba ha logrado una hazaña, pésele a quién le pese. La prensa occidental ha debido reconocer el 92 % de efectividad del producto, con el cual (junto a otras vacunas propias) se ha inoculado –con esquema completo– al 92,8 % de la población. Así, poco a poco, caigo en la cuenta de por qué pensé en Martí mientras olí la hierba recién cortada.
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Magnifico artículo, que presenta la realidad alrededor de Abdala.
Bello trabajo. Un digno homenaje al Maestro.
Muy Bello articulo, Felicitaciones a la Periodista. Honor a quien Honor merece. Abdala siempre por la Vida.