Terminó 2021, año complejo para los cubanos. Si en enero la pandemia parecía controlada y que lo peor había pasado, en los meses siguientes la situación escaló hasta poner en máxima tensión todos los sistemas del país.

Ahora el escenario luce mucho más alentador y estuvimos en mejores condiciones para recibir el año nuevo y el aniversario del triunfo de la Revolución. Gran parte de esto es a causa de la Ciencia cubana, capaz de producir cinco candidatos vacunales –tres ya aprobados como vacunas– y a la campaña de inmunización llevada a cabo; aunque todavía el cuidado individual y colectivo debe mantenerse ante las nuevas variantes que surgen.

Pero la COVID-19 no fue lo único a lo que tuvimos que enfrentarnos en un contexto de crisis mundial. El bloqueo, más recrudecido si eso fuera posible, es un lastre constante para los propósitos de desarrollo nacional; dejar de mencionarlo sería faltar a la verdad.

A la par, están los intentos desestabilizadores tanto en el escenario virtual como en el real. Ambos, parte de la misma lógica de tratar de derrocar al proceso cubano.

El desmantelamiento del bloqueo no parece que vaya a ser tan fácil como pareció desmontar los planes de golpe suave que se ensayaron, por eso se debe trabajar para desarrollar las capacidades internas, alcanzar el máximo de nuestras potencialidades y resolver cuanto antes los problemas acumulados de los cuales se nutren las ideas de cambio de régimen.

La situación económica, así como la batalla ideológica deben ser los principales temas a atender. El reordenamiento aún no ha dado los frutos esperados y ciertas desviaciones señaladas por el Ministro de Economía requieren ser resueltas. La recuperación del peso cubano como pilar del sistema financiero y la racionalidad de los precios son tareas para este año nuevo, a decir del también vice primer ministro Alejandro Gil. Esto, mientras se sigue con la vocación social de nuestra economía, atendiendo a sectores y comunidades en desventaja.

El año que comienza también será de desafíos. Consolidar lo alcanzado en lo relativo a la COVID-19 es condición para avanzar en la recuperación económica. De este modo, a la vez que se combate la inflación y se aumente la producción nacional, se deben profundizar los mecanismos democráticos y de participación ciudadana. No basta con la febril actividad legislativa que se espera, es preciso que esas y todas las decisiones del Estado involucren al pueblo.

Llevar la Revolución ahí a donde haga falta es una tarea colectiva. Profundizar la vocación de servicio de las instituciones públicas, atender las diferencias de todos los sectores sociales, en especial los artísticos, juveniles y de las comunidades desfavorecidas, deben ser acciones a continuar. La mejor manera de defender el proyecto social cubano es emprender, construir una obra común donde quepan los más bellos anhelos de la nación.

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