
Las estadísticas indican que, tanto por la estrategia como por el rigor de las medidas y regulaciones de su implementación, en materia de enfrentamiento y control de la COVID-19, La Habana ha comenzado a transitar por el camino correcto. Junio cerró con 6 972 contagios menos que el mes precedente, y el promedio de positividad diario también disminuyó (ostensiblemente) de cifras superiores a los 600 a solo 391.
Tiene que ver con el avance de la intervención vacunal de los capitalinos con los candidatos Soberana 02 y Abdala; pero también guarda relación con el reforzamiento de las regulaciones preventivas y una mejor adecuación de los protocolos sanitarios. Sin embargo, todavía es insuficiente: el nivel de contagio es alto y -aunque en la representación gráfica la curva ascendente, no solo cambió el rumbo, sino que mantiene su caída en picada-, aún persisten los aguafiestas y fuera de lugar empeñados en hacer valer su yo, ego, indolencia, el a mí no importa nada; pretenden colocar sonsera e ignorancia, supuestas, por encima del colosal esfuerzo y la disciplina consciente, casi total.
Todo indica que, de seguir como vamos, a la vuelta de varias semanas pudiéramos obtener indicadores mucho más bajos en el propósito de lograr el control de la enfermedad. Reitero, aunque hoy todavía, sí hemos ganado terreno y cada día son menos frecuentes las pifias en lo concerniente a los protocolos epidemiológicos (pesquisaje, aislamiento de sospechosos…) y la atención a los enfermos…, aún hay quienes protagonizan historias que molestan, deslucen y ponen en riesgo los buenos augurios de los modelos matemáticos.
En el caso de la capital, a mi juicio, estas irresponsabilidades resultan más preocupantes, y en consecuencia debemos dedicarle todas nuestras energías a la organización de las colas, el comportamiento despreocupado o exceso de confianza en hogares y centros de trabajo, la indolencia de quienes no usan correctamente el nasobuco, mayores que no velan con todas las de la ley por la protección de sus menores, y los choferes del transporte público que se hacen de la vista gorda y abarrotan el ómnibus bajo su responsabilidad.
Se sabe. Todo está dicho, mas es menester seguir insistiendo hasta lograr los resultados que esperamos y necesitamos. No podemos cansarnos.
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