
Resulta diferente cada amanecer. Es un ambiente de esperanza que contagia y convoca por los recuerdos propios y los compartidos desde el anuncio de la existencia de candidatos vacunales contra la COVID-19 y el comienzo de la intervención sanitaria con Soberana 02 y Abdala, en varios municipios de La Habana. De cierta forma, los resultados tienen como voz de los científi cos e investigadores, el testimonio de miles de capitalinos que comienzan o terminan con su tercera dosis. Testimonios que nos llenan de orgullo e, inevitablemente, resulta mucho mayor la emoción por los iniciados en las edades pediátricas.
Los consultorios del médico de la familia conforman la célula de un gran panal. Por doquier se observa el ajetreo silencioso del personal de Salud para llevar a término el riguroso procedimiento. En las redes sociales se intercambian anécdotas de la impresión causada por la primera dosis. No quisiera hablar de cifras, prefiero dejar que cada cual reflexione en las referencias de las intensas jornadas que aún no terminan e involucran a investigadores, científicos, profesionales de disímiles esferas del conocimiento, los desvelos del Grupo Temporal de Trabajo (GTT), desde el nivel central de la nación, hasta la provincia; una lista interminable de eslabones para enfrentar la pandemia con la unidad como paso imprescindible en cada victoria de esta nación.
Hechos concretos muestran la dimensión de esta obra llamada Revolución Socialista y el sentir orgullo por nuestros hijos para quienes labramos el camino, y ahora son ellos protagonistas de cada nueva victoria entre los avatares de nuestro país para cumplir cada objetivo propuesto; a pesar de las limitaciones generadas por el genocida bloqueo impuesto por el gobierno de Estados Unidos desde hace más de medio siglo. Es el mayor regalo que podemos recibir en el Día de los padres.
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