Fue un profesor de cuyo nombre no puedo acordarme el que me motivó a estudiar la historia de Cuba. En apenas 45 minutos de clase bajó a los protagonistas de grandes epopeyas de sus altares y les dio vida ante nuestros ojos.

Por primera vez observé diferente a aquellos héroes de nombres que había repetido hasta el cansancio desde la niñez. Estaban allí despojados de las aureolas místicas con las que siempre salían en los textos, en las imágenes de los libros y en la boca de oradores y maestros.

El profe se salió del guion aburrido donde se hablaba de causas y efectos, de citas y frases que sabíamos de memoria y de biografías cuidadosamente encuadernadas donde los héroes de la Patria exhibían un currículo frío e inmaculado.

Así, en medio de anécdotas, donde esos guerreros de fieras batallas y grandes pensamientos se convertían en simples mortales, comencé a interesarme por la historia de este país.

Saber que ellos podían llorar, equivocarse, sudar, amar como cualquiera, reír a carcajadas, encolerizarse y hasta mentir en algunas circunstancias, provocó una reacción en mí que me hizo admirarlos y correr a hurgar en todo tipo de publicaciones y diarios de campaña para saciar mi curiosidad y entender cómo hombres comunes, como nosotros, podían dejar huellas de esa magnitud y cambiar el rumbo de toda una nación.

Comprender que nuestros héroes no son dioses mitológicos nos llevará a transcribir los códigos de las guerras necesarias y los sacrificios fértiles, a evocarlos con autoridad y a quitarles esa capa de polvo que algunos -sin saber- les han dejado caer con el paso de los años.

Ahora, cuando se cumplen 126 años del reinicio de nuestra gesta liberadora, es un motivo perfecto para exhortar a maestros, académicos y comunicadores sociales a que no dejen la historia en una letra muerta ni permitan que el tiempo les provoque hastío a las nuevas generaciones.

En esta era donde domina Internet, la prisa, la banalidad y los titulares cortos, es preciso motivar y encontrar atajos que nos lleven al conocimiento del pasado y a la génesis de nuestra personalidad colectiva, porque si no sabemos de donde venimos, nuestros pasos hacia el futuro serán siempre lentos y erráticos.

Vea además: 

La Habana: iniciarán en marzo fase III de ensayos clínicos de la Soberana 02

Adoptará La Habana nuevas medidas ante dispersión de la pandemia