Debido a la COVID-19, el nasobuco ha pasado a prenda de vestir común, algo más en el atuendo diario de todos. 

Foto: Cubasí

Cada país lo exhibe a su manera, y en Cuba, la creatividad en los diseños, colores, carteles bordados, incluso en los tonos tienden a pasarela.

Incluso hay quien se ha hecho varios para combinarlos con la ropa. Otros les han puesto detalles únicos, dejando volar la imaginación.

Del uso que les den, puede depender la vida; desafortunadamente, algunos aún los traen sin cubrir por completo la nariz, otros cual babero, y, están aquellos, los más indisciplinados, que en cuanto tienen oportunidad tratan de escabullirse sin él.

Resulta excelente que la mayoría lo tome como parte de su vestuario diario, y que hagan creaciones artísticas de ellos, el presumir y la vanidad no tienen por qué estar reñidos con nuestra salud. Muchos los hemos acogido pensando en un muy largo tiempo. Y cuando se refiere al bienestar de las personas, es la mejor opción, pues no solo protege de esta pandemia, sino de otros virus bien infecciosos.

Pero, ¿saben la historia del nasobuco? Apareció por primera vez a fines del siglo XIX con el objetivo de proteger a los cirujanos de bacterias transmisibles durante las cirugías y es además conocido como mascarilla quirúrgica, barbijo o cubrebocas

En 1910 los adoptaron las autoridades chinas debido a la propagación de la peste neumónica; así se convirtió en símbolo emblemático para los médicos.

Al surgir la gripe española, ocho años después, resurgen como un fenómeno global y fueron parte de la vida diaria.

Después de la Primera Guerra Mundial, se redujo su uso, pero continuaron siendo populares en China, donde estos constituyen distintivos del cuidado de la comunidad.

Como imagen de protesta ha sido utilizado en varias ciudades del mundo, y, en México, en especial en la ciudad, se usa para protegerse de la contaminación. 

Foto: Cubadebate

En fin, muchos pensamos que llegó para quedarse, pues la protección brindada por el “naso”, como algunos le llaman, más que moda, necesidad del momento o pánico de algunos instantes, es imprescindible para vivir mejor.