La COVID-19 llegó, irrumpió y enfermó a cubanos, el contagio engrandeció cifras, y el lenguaje cambió, tanto que “lávese las manos”, “échese hipoclorito” y “cuídese” pasaron a ser de uso diario en todas partes, constituyen saludo y despedida del día a día.
Se acabaron los abrazos y el hablar al oído, de tú a tú, diríamos, nasobucos cubrieron nuestros rostros y tomamos distancia hasta de los más cercanos. Nos quedamos en casa y comenzó una vida diferente, sin transporte ni intercambio social, con clases por televisión y niños alborotando en casa, muchos teletrabajando y otros, los imprescindibles, en el trabajo, tomando todas las precauciones.
Nuestros médicos viajaron a salvar vidas en distantes países. Y los que permanecieron, dan todo de sí, en pos de vencer tan agresivo mal.
Este virus movilizó a todos, desde el gobierno, los médicos y la ciencia en todas sus variantes, hasta las matemáticas con sus modelos de probabilidades.
¿Qué si nos desespera el anhelo de desandar las calles, abrazar a los amigos, ver a la familia distante? Por supuesto, pero sabemos que solo así, en este aislamiento, hemos ido logrando bajar cifras, limpiar ciudades, provincias…, solo así le estamos ganando esta dura pelea a la Covid-19.
La disminución hoy en los contagios se debe al esfuerzo de todos, a la responsabilidad individual y a nuestros científicos y sistema de Salud.
No creo que sea tiempo aún de cambiar mucho, ni pienso que la vida será la misma de antes, al menos hasta el día en que aparezca una vacuna. El nasobuco permanecerá como parte nuestra y el lavado de manos y distanciamiento prudente se convertirán en idiosincrasia.
Muchas preguntas nos quedarán siempre dando vueltas, ¿cómo se usará el transporte, cómo se asistirá a un teatro o a un cine?, algunas medidas ya hay para en esos sitios mantener la distancia y el nasobuco, prenda esta que será parte del ajuar diario por mucho tiempo.
También se han aprendido lecciones que se agradecen, valorar a la familia, intercambiar con ella, saber su importancia, incluso, con aquellos que residen en otros municipios y no podemos ver.
Después de este mal que nos quiso robar las ansias y la vida, seremos los mismos, pero, a la vez, diferentes. Tendremos más conciencia del valor de los médicos, verdaderos héroes, de la solidaridad de nuestra Patria y de cada ciudadano; del esfuerzo y preocupación de un gobierno al que sí le importa la vida de los seres humanos, de cuánto podemos hacer y ahorrar por el bien mayor.
Creo que las lecciones aprendidas y aprehendidas son lo positvo que dejará esta pandemia. Gracias!
Así es, gracias Nani Salas.