Sufría de ansiedad extrema. Las taquicardias, sudoraciones, hiperventilación, sensación de caer en medio de la calle, náuseas…, en fin, un elevado grado de terror que se iba adueñando de su existencia y llegaba a provocar síntomas como presión arterial alta, falta de aire, sensación de opresión en el pecho y pensamientos de muerte, emociones que estaban ahí a cualquier hora.
Se fue convirtiendo en una persona solitaria y aislada, que no daba un paso en la calle sin alguien que la acompañara. Un ser totalmente dependiente de otros, y ni tilos ni manzanillas, ni un tratamiento psiquiátrico de años lograban que superara ese círculo emocional.

Inhibida de un paseo, caminata, salida social, cada día se encerraba más en ese pequeño mundo de su hogar, y aún así, por instantes no podía evitar aquellas sensaciones tan desesperantes. Su familia llevaba el pesado reclamo de permanecer, casi siempre, para evitar las crisis.
Un día se decidió y tras 15 años de padecimientos, acudió de nuevo a un médico que le indicó un nuevo plan.
Los medicamentos, poco a poco, hicieron su parte de labor, es la química, no aconsejada por algunos, pero muy necesaria en casos extremos, sin embargo, aún quedaba lo más difícil, poner de su parte.
Empeñó todo su tesón, pues las circunstancias ayudaron y ya estaba agotada y también, apenada, de privar de vivir con toda plenitud a quienes le rodeaban.

Trazó su plan, se llenó del valor que se había escatimado por mucho tiempo, agarró la cartera, y comenzó a caminar, totalmente sola, despacio, respiraba disfrutando de la belleza del entorno, de cada detalle, los árboles, la puesta del sol, las bellas calles, todo lo absorbía con el deseo ilimitado de quien no lo veía desde hacía mucho, aunque lo tuviera delante siempre.
Anduvo y cuanto más lo hacía mejor se sentía y más confiada. Disfrutó de un helado y unos bombones. Se sentó un rato a contemplar el más hermoso de los paisajes, o así le pareció a ella. Vio a los jóvenes correr, hacer ejercicios, pasear a sus perros. No daba crédito a los cinco kilómetros recorridos, pero se sentía plena y feliz después de mucho tiempo.
Pensó en todo el tiempo perdido por un terror irracional. Debía haber tomado decisiones antes. El coraje para enfrentar las vicisitudes de la vida es primordial y juega un papel importante en la recuperación, sin dejar de lado al médico, porque si se necesita, pues es parte principal.

Hoy pienso que está recuperada, siempre o casi siempre necesitará de sus medicamentos, pero venció la aprensión, no piensa que le dará la crisis y morirá en la calle, ya no importa, solo la belleza de la vida y de vivirla con plenitud es ahora lo esencial. Si padeces de una situación semejante o peor, no dudes, ve al médico y luego llénate de vida, porque es bella y lo mereces.
El pecho se me oprime mientras leo, y no de miedo, se oprime de una ilimitada felicidad al saber que ha vuelto a respirar, de sentirla feliz, plena, confiada y sobre todo de tenerla otra vez viviendo. De tenerla de vuelta a la vida.
Excelente
La ansiedad y depresión, monstruos silenciosos que carcomen por dentro, pero el amor a uno mismo y el de quienes nos rodean se vuelve artífice de milagros, la ciencia ,el amor y las palmadas de aliento para todo aquel que necesite levantarse.