Perpetuo dolor, mundo sin salida: dos de las fundamentaciones básicas del desconfiado, visión también entronizada en la filosofía. Pero incluso el propio paladín de la doctrina metafísica del pesimismo, el filósofo alemán Arthur Schopenhauer, aseguró una vez que: “No hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige”.

Son tiempos difíciles, eso nadie lo duda, sin embargo, ¿cuándo hemos tenido tregua en esta tierra de resistencia? Por eso debemos seguir aferrados a la convicción de que vamos a mejorar porque a diferencia de la mayoría de las sociedades, la cubana sí tiene brújula. Y aunque el bloqueo yanqui arrecie, la almohada del pesimismo es demasiado dura para recostar nuestras ideas.

Imaginación y resolución nos sobran, conocimientos igual. “No es momento para rendirse, ni para lamentarse; hay que buscar soluciones” nos ha insistido Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.  

Foto: Granma

Y claro que vamos a lograrlo. Las pautas están trazadas. Para ello debemos defender la producción nacional; diversificar y aumentar las exportaciones con vistas a sustituir importaciones. Habrá que fomentar los encadenamientos productivos de modo que se potencie la empresa estatal socialista, pilar de nuestro modelo nacional.

Seremos más fuertes si logramos avanzar en la soberanía alimentaria; estimular el desarrollo local. Nuestro pueblo será más feliz si le cumplimos con la política de la vivienda y si ponemos la ciencia en función de los problemas de la economía y de la gente. Esa, como usted y yo, que necesita confiar en sus proyectos y en sus propias fuerzas, nacidas de las entrañas de la fe, que se demuestre inconmovible ante los aires de tormenta.