Finalizado el horario estelar de cada viernes, muchas familias dejarán lo que estaban haciendo para concentrarse en el fabuloso espectáculo de RTV Comercial y “Tin” Cremata, que tanto enorgullece el alma cubana. En el aire, la contagiosa sandunga de niñas y niños de La Colmena TV en su tercera temporada.  

Momentos cimeros de talento interpretativo y de composición existen muchos en la Isla en relación con la música infantil: desde el concurso nacional Cantándole al Sol, iniciado en 1996 y todavía vigente, hasta la cita guantanamera Vocecitas de Cristal, que en abril de este año tuvo una nueva edición. El repertorio creado por y para esos “locos bajitos” evidencia la importancia que se le confiere a dicho universo. 

Foto: Irene Pérez

El compromiso con el público infantil es grande y ha hallado terreno fértil en prodigiosas autoras como Liuba María Hevia, Rita del Prado o Lidis Lamorú. Pero ¿se divulgan esas creaciones, todas, las de los famosos y las de los menos conocidos? Si en los espacios recreativos de la capital diseñados para los pequeños se baila a ritmo de sonoridades “adultas” y a veces hasta vulgares, cómo conocerá el niño las canciones dirigidas a él con propósitos educativos y culturales específicos, que incentivan la imaginación, normas de respeto y hábitos saludables.

¿A quién corresponde velar porque los fonogramas de la Egrem derivados de Cantándole al Sol lleguen a los lugares correctos? ¿Son los padres quienes deben interesarse por la difusión de esas creaciones únicamente al interior del hogar, o la administración del Parque Zoológico de La Habana (por poner un ejemplo) debía actualizar su banda sonora con la gran riqueza de melodías de este país pensadas también para aquellos que más amamos?