Ser culto es una cuestión de altura. Y en el caso que me ocupa es literal porque tuvo por escenario las serranías de la comunidad San Pablo de Yao, del municipio de Buey Arriba, de la oriental provincia de Granma. En las modestas paredes de la escuelita primaria del lugar, su maestra había colocado un cartel escrito a mano con una bonita letra, con esta verdad como un templo: “Al decir gracias damos y recibimos alegría”.
Sus pequeños discípulos tenían interiorizada la lección y de manera natural la aplicaron cada vez que uno de nosotros, integrantes de la delegación de periodistas, le obsequiábamos con un juguete o algún material escolar. Muy limpios, vistiendo sus uniformes, con sonrisas ingenuas –aunque para nada tontas– aquellas niñas y niños nos conmovieron por su educación y sinceridad. Hubo quien dijo que esos angelitos tenían tanta cultura que superaban a muchas personas ufanas por capitalinas.
Desafortunadamente los buenos modales han hecho las maletas en más familias de lo deseado. Hay quien incluso asume que dar las gracias es una “chealdá” o vestigio pequeñoburgués, según sea la edad de la persona que no se inmuta cuando uno gustoso le ayuda. Está también aquel que ante el agradecimiento ajeno te mira por encima del hombro como diciendo: ¿qué se cree esta?, en la mejor variante; en las peores llegan hasta pensar que uno espera una recompensa monetaria o material.
Otros ni tan siquiera se detienen a evaluar la importancia de respetar las acciones de sus semejantes con una pequeña muestra de amor, verbalizada en un bendito Gracias, como las de aquellos seres excepcionales de la Sierra Maestra cuya altura ética y de modales supera a las montañas cubanas.
Todos los días camino aprisa unas ocho cuadras por la Avenida Santa María del Rosario y luego Corral Falso, Guanabacoa, alrededor de las 6:30 am. A lo largo de este recorrido se encuentran grupos de personas que esperan su ómnibus obrero, otros el estatal y personas que van pasando, a todos les digo, buenos días, ahora vean las respuestas: - jóvenes de ambos sexos, generalmente, con audífonos, ni te escuchan,ni te miran, ni sienten si viene un auto a atropellarlos; - hombres que responden insinuándose y mirando de forma vulgar, porque creen que los estás piropeando; - mujeres y hombres con cara de pocos amigos que te miran desafiante como diciendo: qué buenos días de qué. - y personas que responden el saludo cortésmente, muchos ya me reconocen y me saludan antes o a la misma vez; - una señora vende café y no está para saludar ni tiene tiempo ni deseos; - hay quien responde los buenos días y que Dios me bendiga. Estos son los tiempos que corren y las diferentes reacciones me suceden con personas de todas las edades, pero yo continúo pasando cada día muy feliz y dándole los buenos días a todos aún cuando sé que algunos no van a responder.