Foto: Francisco Blanco

Apenas seré una gota en el torrente aunque cuando tenga la boleta en mano me sentiré un país entero. Me definiré, marcaré un destino y ese será por el Socialismo y sus nuevos caminos. Mi voto, junto a otros millones, con su trazo en cruz contribuirá a precisar con mayor profundidad y ahínco el anhelado sueño que merecemos.

Mi ejercicio democrático tendrá la preeminencia de la noción verdadera, esa que emanada de la reflexión permite valorar en su justa medida la Carta Magna del futuro cubano. Al pronunciarme lo haré con conocimiento de causa sobre los Fundamentos Políticos, con los que coincido en su Artículo 3 donde se sostiene que “en la República de Cuba la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado (…)”. Y así, al votar me proyectaré como elemento sustantivo de la Patria.

Otro argumento de peso para refrendar y hacer causa común reside en saber que aquí seguirá habiendo garantías para todos sin privilegios de ningún tipo ya que ese mismo acápite en su Artículo 10 estipula claramente que “Los órganos del Estado, sus directivos, funcionarios y empleados están obligados a respetar, atender y dar respuesta al pueblo, mantener estrechos vínculos con este y someterse a su control, en las formas establecidas en la Constitución y las leyes”.

Mi aprobación ciudadana se fraguó también al verificar la significación del Título V Derechos, Deberes y Garantías donde en su Artículo 43 me veo representada: “la mujer y el hombre tienen iguales derechos y responsabilidades en lo económico, político, cultural, laboral, social, familiar y en cualquier otro ámbito… El Estado propicia el desarrollo integral de las mujeres y su plena participación social (…)”. No me embargará la zozobra, solo certezas individuales y colectivas: argumentadas razones de un Sí.