Foto: Alejandro Basulto

Conversaban animadamente frente a la puerta del hogar de una de ellas. En el centro, sentado en su cochecito, un bebé movía el tete de un lado a otro; mientras las observaba, sin entender (por supuesto) el tema del día, entre las vecinas…

Repasé los datos ofrecidos por el doctor Francisco Durán acerca de los más de 700 infantes contagiados por la COVID-19, en edades donde apenas se comienza a entender qué significa caminar en la vida. Por supuesto, la cifra en Cuba –a pesar de que es inferior a los más de dos millones de ciudadanos registrados en edades pediátricas- siempre resultará alarmante cuando se trata de la vida de nuestros hijos como exponen en un lugar visible en casi todos los hospitales pediátricos del país: “Nada es más importante que la sonrisa de un niño”.

En este sentido, los datos relacionados con el incremento de los casos deben hacernos reflexionar. Los cálculos del decano de la Facultad de Matemática de la Universidad de La Habana, el Doctor en Ciencias, Raúl Guinovart, no son halagüeños. La meseta alta de la propagación del SARS-CoV-2 se mantendrá durante varias semanas advierte el especialista, con sus precisas intervenciones en el Grupo Temporal de Trabajo para la prevención y control de la COVID-19 en Cuba que preside el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.

La continuidad de la intervención sanitaria con los candidatos vacunales es un importante muro de contención, pero no significa la inmunización de la enfermedad, sino el camino para lograrlo. Incluso, aquellas personas que reciben cualquiera de estos medicamentos no estará lejos del peligro de contagiar o multiplicar el coronavirus, mientras no tenga una actitud consecuente con las regulaciones sanitarias vigentes. En consecuencia, las mañanas no serán apacibles, porque siempre serán dolorosas las muertes referidas en los números rojos. Sin contar las secuelas diversas que padecerán durante un largo tiempo, los sobrevivientes.

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