Casi sentada en el piso, la dependienta del contenedor de tiendas Panamericanas de Ayestarán y Tulipán, traslada desde la tanqueta hacia las bolsitas de nailon lo que se supone sea un kilogramo de queso crema, en violación de más de una norma de inocuidad. Tal vez se piensa que en tiempos de escasez de alimentos y seguramente de envases, sería un lujo cuestionar ese tipo de venta y qué más importa un microbio más, pero, ¿es la inocuidad un lujo o una vía segura a prevenir enfermedades?
El precio, 4,80 cuc, ¿no debería cubrir la seguridad de su venta? ¿Es que no existe un lugar donde sea seguro reenvasar, lo que no solo sería más higiénico, sino que agilizaría las ventas? son las mismas historias de siempre. Sucede también con la demora al abrir las instalaciones de servicio al público, el no brindarles a los clientes la información correcta y completa desde la primera vez, que hagan un arqueo de caja cuando apenas han vendido a tres personas, extendiendo la agonía de quienes esperan afuera o que organizadores de cola (mal) traten con prepotencia y falta de educación.

La lista está abierta para su completamiento, pero podría incluir también: la falta de materiales de construcción en los rastros –cemento, cables, tejas y tanques de baño– y que sigan anunciándose esos productos en diversos y muy surtidos espacios en internet, que no haya vuelto en las tiendas y puntos de venta de productos agropecuarios o que el carnicero, hasta con una sonrisa, “le tumbe” a sus consumidores.
No deben faltar en este registro los camiones que, por su cuenta, descargan en puntos particulares lo que debe ir a tarimas de los mercados agropecuarios, que un administrador de agromercado impida a los clientes entrar y ubicarse donde hay sombra y los haga esperar bajo el sol “para que no se aglomeren”. ¿Es que no nos enseñó nada la pandemia, ni un adarme de sensibilidad, sentido común, respeto por el prójimo…? son aristas de la vieja anormalidad que sobreviven al virus y, como efectos secundarios, se cuelan por doquier.

Tienda de ayestarán y Tulipán. Foto: Roly Montalván
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Considero que la pandemia no ayudó en nada, al contrario, favoreció a que nos explotaramos unos a otros con "los nuevos precios de pandemia" que así le llaman y en este momentos después que tanto se ha hablado del tema, siguen los revendedores acaparando y revendiendo productos
Efectivamente, es así todo falta organización, sensibilidad, educación y disciplina. La educación es personal, pero la disciplina, la sensibilidad y la organización es del jefe que tiene que exigirlo y transmitirlo, hay muchos jefes innecesarios y además irresponsanbles e insensibles sin iniciativas, esos hacen más daño que un ejercito bien armado. Los servicios casi ninguno funciona bien algunos tan simples como mandar a hacer y recoger una tarjeta en MLC en los Bancos o en Fincimex, en este ultimo lugar dab 130 turnos diarios para recoger hay k ir a las 6 am como si fuera la cola de la Farmacia cuando entran los medicamentos, para que decir si te envian un paquete del exterior por el correo, en un contenedor por donde sea, es una tarea titánica y decepcionante además de tener que pagar el pésimo servicio que prestan.
No creo que la culpa deba recaer en la empleada....ella solo vende... la administracion y el proveedor sobre todo, son quienes deben garantizar la adecuada comercialización de esos pdctos...
Que realmente se ara el estado cuándo se aplique el venidero Abril la ley de inocuidad de los alimentos cerraran la carnicerías sin neveras para mantener lo que traen normado o solo himpersionaran a los particulares
llevamos 48 horas sin poder comprar en las tiendas mlc la sensacion q uno tiene es de haber sido robado o.estafado. hasta cuando el silencio quien responde con su cargo el ministro jefes territoriales quien basta de pedir disculpas. si no pueden no se metan devuelvan el dinero y a pagar en efectivo