
Abril 1ro., de 1895. De nuevo en Cuba. Sí, dicha grande, como dijera por la misma razón, en diferente momento y escenario, el artífice de la contienda que acaba de estallar por la independencia de la Isla, en contra del dominio español. Los hermanos Antonio y José Maceo, además de Flor Crombet, tres de los más brillante generales de la Guerra Grande, retornan a la Guerra Necesaria, organizada por José Martí, el más ilustre y brillante de los “pinos nuevos”.
Desembarcan 23 de los más dispuestos revolucionarios que permanecían en el exilio. Llegan a la patria por Duaba, una playa cercana a Baracoa.
Coincidentemente hicieron la travesía en la goleta Honor, ellos que son portadores de la dignidad y el decoro más limpio, del que habrá de renacer el latente espíritu de Baraguá, antídoto certero al zanjonazo claudicante al que nos condujo más la desunión, el caudillismo y la inmadurez que las propias balas enemigas.
Tras poner pie en la costa habrían de dispersarse y perderá la vida el intrépido Flor, emboscado por el enemigo. Lamentable escaramuza que duele, pero no hace ni retroceder ni desistir. Ya habrían de hacer contacto con los mambises guantanameros.
¡Qué tiemble el imperio!, Maceo está de nuevo en la patria esclavizada y con su machete y su dirección estratégica lo dará todo por eliminar ese dolor.
Él hizo y fue tan duro y brillante su batallar, que a la postre no hubo muerte para el Titán aunque cayó en combate un año después, el 7 de diciembre de 1896. Por suerte, los compatriotas que llegamos después no dejamos caer ni su " Paraguayo" ni su ejemplo. Por tales razones, a 130 años del desembarco del honor a bordo del Honor, ¡qué todavía tiemble el imperio!
Maceo, su valor y su intransigencia, son toda Cuba.
Otras informaciones: