En Cuba, los niños son considerados el tesoro más preciado de la Patria. Y a pesar de los limitados recursos económicos-financieros de la Isla y el criminal asedio del gobierno estadounidense (que no respeta la vida de los niños, jóvenes, mujeres ni adultos mayores), al imponer al país el bloqueo más genocida y extendido conocido en la historia del hemisferio, el Gobierno prioriza el respaldo a los infantes a través de sus estructuras y organizaciones sociales que tienen la misión de garantizar el funcionamiento de un sistema nacional de educación orientado al desarrollo y formación de las nuevas generaciones.
Y para el logro de este encomiable propósito se estableció un proceso docente educativo integral, sistemático, y con amplia participación de los docentes y las familias de los educandos.
Este proceso en la Mayor de las Antillas se orienta desde la primera infancia con programas de educación y salud como el Programa de Atención Materno-Infantil, el Programa “Educa a tu hijo” y los cuidados en los círculos infantiles, además de las iniciativas de Casitas infantiles en desarrollo por parte de instituciones, y entidades en los territorios.
Los programas de atención a la infancia son priorizados, lo cual incluye leyes de protección de la niñez y adolescencia que aparecen refrendados en legislaciones de estricto cumplimiento por parte de la sociedad.
Y en el actual contexto de complejidad económica y cerco imperial se hacen ingentes esfuerzos para sostener las conquistas alcanzadas en la salvaguarda de este segmento poblacional. Los bebes al nacer tienen aseguradas las vacunas y atención primaria de Salud, así como el seguimiento anterior dado durante la maternidad a las mamás, con vista a lograr un apropiado alumbramiento.
Durante la etapa escolar, y a pesar de los desafíos que enfrentan los cubanos en el también escenario de crisis global actual, nuestros niños tienen sus uniformes en los diferentes grados de enseñanza, así como se les aplica un plan integral de estudios con asignaturas esenciales para su aprendizaje y los recursos disponibles en las aulas.
De igual manera, existen programas para el desarrollo de vocaciones y participación activa en disciplinas de cultura física, ciencias, arte, música, además de talleres especializados que contribuyen a incentivar sus opciones futuras en múltiples carreras técnico-profesional y universitarias.
Los centros educacionales en Cuba son también canteras del accionar de tradiciones culturales e históricas, y empleo de símbolos nacionales con profundo sentido patriótico. Hay también amplio movimiento deportivo con actividades de interés para los estudiantes que van principalmente desde la práctica de béisbol, baloncesto, voleibol, y actividades de exploración y campismo que se complementan también con acciones comunitarias, de corte medioambiental y otras efectuadas en sus localidades.
En la Isla se trabaja también a través de las instituciones escolares y las organizaciones sociales ubicadas en el entorno con estrategias de prevención contra las adicciones, fundamentalmente las drogas que tanto daño ocasionan a quienes la consumen, y a sus familias. Este flagelo casi inexistente, años atrás, en el país, está tratando de seguirse introduciendo en el territorio para permear la tranquilidad ciudadana y la Salud de nuestros adolescentes, jóvenes y allegados que sufren las consecuencias de este azote que en Cuba es duramente sancionado y perseguido por las autoridades.
Destacamentos Mirando al Mar, las aduanas en aeropuertos y puertos cubanos, junto a la población siguen de cerca los modus operandi de quienes lucran con el dolor de quienes por diversos factores caen en esta letal adicción.
Ocupar el tiempo libre de los pequeños, adolescentes y jóvenes es tarea primordial de las estructuras de Gobierno en los municipios y provincias. De ahí el incentivo hacia los clubs de computación, áreas deportivas, culturales y recreativas que responden a la práctica sana e instructiva de este importante segmento poblacional, de alrededor el 21% del total de los habitantes, y cual sustenta más del 99% de la matrícula de enseñanza primaria, algo inimaginable antes del triunfo de la Revolución Cubana de 1959.
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