“Que no se detengan los tanques hasta que
las esteras se mojen con el agua de la playa,
porque cada minuto que esos mercenarios
estén sobre nuestro suelo entraña una afrenta
para nuestra Patria”.
Fidel

“Estamos combatiendo en la playa y no tenemos munición. Por favor, envíen ayuda”, pidió San Román por radio a sus asesores de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). En su última transmisión, dijo: “No tengo con qué combatir. Nos vamos al monte”. Así fue la versión que ofreció a un diario estadounidense el entonces jefe de la invasión de Bahía de Cochinos, José Pérez San Román, quien (dicen) se arrodilló y besó
la arena con alegría cuando desembarcó en Playa Girón, en la costa sur de Cuba. Dos días después, habían sido derrotados.
Tenía apenas cuatro meses de nacido cuando el criminal ataque a mi país. Crecí escuchando versiones de
los que fueron derrotados en la invasión mercenaria que apoyó y financió el Gobierno de Estados Unidos para derrocar a la naciente Revolución Cubana. Supe que muchos de los invasores capturados aseguraron los más disímiles cargos en la avanzada para crear una cabeza de playa, establecer un gobierno provisional y solicitar la participación de los buques de guerra y aviones que esperaban el éxito de la brigada que alcanzó las costas de Girón.
Capellanes, cocineros y ayudantes de cocina eran los cargos que más se repetían entre los prisioneros. Pero
ahora escucho esta versión de quedarse sin municiones. No. En realidad, se quedaron derrotados. Los combatientes héroes de Playa Girón, dirigidos por el Comandante en Jefe Fidel, impidieron que se consumara el propósito que después reconocería el presidente JFK, quien accedió a indemnizar a Cuba por lo que algunos trataron de asumir como el cambio por compotas y alimentos. En realidad, el Gobierno estadounidense debió pagar a Cuba por aquel ataque.
Las imágenes de la estampida, la falta de cooperación y apoyo entre los mismos mercenarios en un esfuerzo por no ser capturados los llevaron al asesinato de pobladores de la zona con el objetivo de utilizar sus pertenencias y escapar. El juicio realizado permitió que declararan ante el mundo. En ningún momento alguno de estos mercenarios explicó que habían sido derrotados por falta de municiones. La mentira para intentar minimizar lo que fuera la primera gran derrota del imperialismo yanqui en América Latina.
Aquel 16 de abril de 1961 resulta una fecha doblemente gloriosa, pues además de proclamarse el socialismo en Cuba, nació el actual Partido Comunista de Cuba, que mantiene al pueblo unido ante desafíos que deparan los nuevos tiempos y nos conduce a nuevas victorias.
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