
Nadie queda exento de la amenaza que representa la inteligencia artificial (IA) cuando se trata de crear vacíos y desempleos; a partir de su uso como variable de sustitución de humanos en actividades –hasta entonces bien remuneradas y costos galácticos como la producción cinematográfica en los Estados Unidos.
La huelga que sacude a este sector, casi de élite, frente a los estudios de producción, no solo acusa a los malos pagos y regalías por streaming, sino que enfrenta lo descrito por aquellos adelantados a la antigua ciencia ficción como una realidad aplastante ante la falta de protección al trabajo actoral y la colonización de sus entidades sin consentimiento ni beneficios en ingresos.
Se conoce que la IA puede realizar textos complejos; a partir de programas en los cuales utiliza parte de los materiales (ideas) generados por guionistas humanos para la realización de filmes que resultan mucho más baratos en sus producciones y no requieren de la presencia actoral. Incluso los extras solo llegarían a cobrar por una jornada, mientras su imagen forma parte de los bancos de información ubicados en computadoras.
La IA comienza su expansión colonialista no solo como una sustitución de los gremios de escritores y artistas, sino que los propietarios de plataformas como en redes sociales como Facebook, Instagram, Twitter, entre otras, podrán disponer de imágenes y textos sin erogar un centavo y, en sentido contrario, disponer de mayores ingresos a través de su uso en promociones de publicidad. Hace poco más de cuatro años, Facebook advertía que su uso, por ejemplo, es gratis; pero –en consecuencia- son los propietarios de imágenes y textos que subimos a la nube de esta plataforma en redes sociales.

Nada podrá sorprendernos cuando descubramos la manipulación mediática, con el uso de la IA, en la próxima campaña por la presidencia de los Estados Unidos -por ejemplo- y muy peligroso el nivel de inserción en las decisiones del Pentágono con su Comando Ciberespacial y la posibilidad de interacción con sistemas de armamentos dotados de esta tecnología.
Recuerdo aquel viejo filme, de mediados del pasado siglo: El hombre del millón, en el cual un vagabundo (interpretado por Gregori Peck) es parte de una porfía entre dos hermanos millonarios que le dejan caer un billete de un millón para apostar que no podría gastarlo porque nadie le podría dar el cambio.
El vagabundo, transformado en señor, hace lo que le gusta: crea una máquina capaz de pintar cuadros monumentales, todo un precedente de la IA.
De hecho millones de personas en el mundo contribuimos a alimentar a la IA, lo que no sabemos ya cuando la delgada línea de la virtualidad se quiebra e iniciemos la era de las máquinas inteligentes, lo cual no resulta siquiera el tema para ninguna película o serie desconocida.
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Pie de foto: Escritores y actores en huelga participan en una protesta frente a los estudios Paramount en Los Ángeles el viernes 14 de julio de 2023. (Crédito: Chris Pi