
Escuché su nombre a través de la línea telefónica. La voz de mi profesora de periodismo; Magaly García Moré, quien fuera decana de la Facultad en la cual me urgía: “¿Conoces sobre el presidente del consejo popular Rampa, en el Vedado? Mi silencio acusaba una respuesta que ya prevenía en su larga data como reportera y redactora. “¡Pues debes entrevistarlo!”, aseguró resuelta como esas orientaciones contra cierre que hacían saltar la adrenalina en las redacciones y para las cuales no había espera.
Sin embargo, no cumplí la encomienda. No acudiré a las múltiples razones que me alejan de la acción en el terreno, la ausencia de coberturas salvo algunos casos, atado por ese grillete de Cronos, a su vez burlón en una esquina de la oficina desde la cual asumo otras responsabilidades.
Entonces ocurrió. La información sobre este funcionario público me llega por todas partes, como
si la gestión que realiza, en coordinación con todos los factores del territorio, incluso sus residentes hicieran la “magia” de controlar en las colas para adquirir los productos cárnicos y de aseo regulados fuera de la canasta básica, ha dejado de ser una misión imposible.
“A mi prima la llaman cuando le toca su turno y ha tenido al menos dos vueltas de pollo en el mes”, dice una amiga muy cercana. Otra confirma que tal parece queese consejo popular es un lugar diferente a
lo ocurrido en el resto de la ciudad.
En realidad, tengo una deuda pendiente conmigo y los lectores de contactar a este ciudadano y obtener
el testimonio que pudiera servir a otros, y a todos, en cada momento de nuestras responsabilidades de
servir, más que vocación compromiso. Es por eso que mientras escribo recuerdo a quienes en mi circunscripción del consejo popular Carmelo, también en Plaza de la Revolución, se convierten en un equipo para hacer posible que este amanecer, durante la prueba dinámica previa a las elecciones, sea un momento de unidad del barrio y un ejemplo compartido.
Pienso en nuestro José Martí cuando aceptó y asumió las funciones de Delegado del Partido Revolucionario Cubano, la máxima responsabilidad en esa organización política. Era el 8 de abril de 1892, dos días antes de la proclamación oficial del Partido, el Consejo de Presidentes y Delegados de Clubs, presidido por José Dolores Poyo, confirmó la elección de Martí como Delegado y de Benjamín Guerra como Tesorero. El
9 de mayo de 1892, en una comunicación a los Cuerpos de Consejo de Key West, Tampa y Nueva York, declaró lo que significaba haber asumido esa responsabilidad: “Y la obedezco y cumpliré con los
deberes que me impone, seguro, y por esto solo orgulloso, de que en el descargo de ellos nada podré hacer que supere el patriotismo previsor, sagaz y abnegado de los que me eligen. El mayor mérito propio pesa como una vergüenza sobre el hombre, cuando descubre por el contraste, la escasez del mismo mérito en su pueblo; y la abundancia de virtud pública llena de fuerza y autoridad al encargo de representarla”.
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Tambien yo he escuchado y hay reportajes de la gestion de este delegado, pero es la excepcion, no la regla, al mio en Lawton, ni le conozco y asi