
a primera referencia de este nombre vino acompañada de una bocanada de aire preñado de salitre en mi primera incursión, siendo apenas un adolescente, a ese lado de la ciudad donde todo lo bello parecía converger, en este pueblo ultramarino que parece salido de una fotografía pintoresca, en el municipio de Regla.
Hace unas horas atravesé una de sus avenidas sobre las cuales los vientos de Ian dejaron serias afectaciones en el tendido eléctrico, tal y como he podido observar en otras zonas de la ciudad; incluso –durante la embestida de las rachas huracanadas de este terrible meteoro, desprendidas a cientos de kilómetros de
su vórtice-, mientras atravesaba la explanada frente a la Plaza de la Revolución.
Fui testigo de la caída de grandes árboles, justo mientras transitaba bajo la lluvia y el desprendimiento de grandes ramas de árboles caer sobre la amplia avenida de Paseo. Incluso, por momentos, el viejo Lada parecía que voltearía al enfrentar al viento, pero resistió. Esa es la palabra. No una frase de improviso, sino
la verdadera esencia de nuestro pueblo: Unidad y resistencia.
Doy testimonio de aquellos que al día siguiente se unieron para borrar las secuelas del meteoro, a golpe de escoba y machete; sobre todo mucha voluntad para borrar las huellas visibles que dejó Ian.
Igual, y me tomo la licencia de la honestidad para decirlo, lamento no haber tenido la posibilidad de tomar las fotografías de la siguiente mañana en la cual vi a muchos continuar la faena. De eso se trata la resistencia de un pueblo que enfrenta un nuevo desafío, en medio de las dificultades con la generación eléctrica y conocedor de un bastión inexpugnable: la solidaridad.
Vea también: