
En las mañanas, a la entrada del Ministerio de la Agricultura, Ana María saluda a cada una de las personas que accede al edificio. Con frases diferentes, les da la bienvenida, les desea una buena jornada, a la par que les aplica en las manos la sustancia desinfectante de rigor.
“Buenos días. ¿Cómo está? Mucha suerte en el trabajo. Tenga una jornada feliz. Qué elegante está hoy”, son algunas de sus palabras tras leerle el rostro a los que llegan. Del otro lado, generalmente, una sonrisa y un saludo de reciprocidad.
Desde que la trasladaron de puesto –del elevador a la puerta–, dicen, con ese sencillo gesto les alegra la vida tanto a las cerca de mil personas que radican en la sede del organismo como a quienes lo visitan.
Ana María es como una suerte de transición de la cotidianidad de la calle y los problemas particulares y domésticos a las funciones y labores propias del trabajo.
Varios encuestados reconocen que les proporciona alegría e inspira buena vibra para ir a sus funciones cuando vienen preocupados o tienen un día tenso por delante. A su vez, aseguran, su espíritu es contagioso y ha irradiado a quienes antes no lo hacían.
Necesitamos más Ana Marías, sobre todo, en un contexto donde, ante un buenos días, la mala educación sembró un mutis total de quienes no se dignan a levantar la mirada.
No cuesta, no lleva insumos ni lo afecta el bloqueo, viene de la cuna y la casa o, si no, se cultiva a voluntad.
Puede ser que las dificultades cotidianas agobien, pero con su gesto ella no solo alegra a otros, sino que apuntala su salud mental y física. No en vano cuando se pregunta allí por ella, dicen: “¿Anita?, cuando no está, ¡se le extraña!”
Vea también:
Que alegria ver a mi tia Ana Maria se reconocida por su carisma y su buen trato
Esa es mi tia!!! Muy alegre y carismática siempre.
Qué alegría saber que mi amiga y hermana Ana María hace la diferencia entre tantos q hoy nos ocupamos de otras cosas debido al afán de la vida, actitudes cómo estás nos inspiran a ser cada día mejores personas.Dios te bendiga!!!!!