Foto: Alejandro Basulto

A partir de la pandemia, el auge y revitalización de un despreciable, inescrupuloso y negativo actor en el escenario económico cubano, casi tan letal como el virus del SARS-CoV-2, se nutre del sudor y la necesidad de las personas, producto de la escasez; son los que fijan los precios y el movimiento del mercado, de acuerdo a la oferta-demanda… esto es para preocuparnos y ocuparnos.

Ese es el trabajo del lumpen de nuevo tipo que ofrenda sus horarios de sueño para garantizar ser los primeros en adquirir los productos deficitarios, en medio de la situación económica que atraviesa el
país. 

¿Es tan difícil de rastrear las compras de esos artículos que realizan las mismas personas? ¿Se podría verificar quiénes son los que reiteradamente compran para revender? Al azar, cada vez que se oferten esos productos, solo bastaría integrarse a una de esas colas y se comprobaría que casi siempre son los mismos, lo cual ha sido motivo de queja por parte de la población en reiteradas ocasiones.

La filosofía de vida de estos personajes se hace evidente. Con este actuar obtienen mejores y más sustanciales dividendos sin tenerle que rendir cuenta a nadie, nada más que a sus bolsillos. Cabe preguntarse, ¿cómo obtuvieron el dinero de la tarjeta en MLC? ¿Con los ahorros de su trabajo o con
las transferencias de quienes desgraciadamente tienen que caer en sus garras por necesitar esos productos?

La forma de trabajo escogida por ellos es más fácil, jugosa, rentable, “segura”, menos sacrificada. Es una plaga contra la que se debe combatir con mayor rigor, es una epidemia que prolifera y se hace más viral y letal.

En manos de las autoridades y personal competente está el continuar buscando soluciones para acorralar la especulación y la corrupción. Se hace necesario actuar y supervisar a tiempo.

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